El que debe estar pasando aceite para cuadrar el presupuesto del próximo año es el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O.
El funcionario tiene hasta el 8 de septiembre próximo, por ley, para presentar el Presupuesto de Egresos y la Ley de Ingresos para el 2025, primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum.
No será fácil para el secretario de Hacienda cuadrar los números no solo para cumplir con los compromisos de campaña de Sheinbaum, sino para reducir el déficit fiscal y, además, mantener el rescate de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad.
Lo tendrá que hacer en un entorno crítico para las finanzas públicas.
Primero, porque de entrada se anunció la reducción presupuestal de 662,000 millones de pesos respecto al presupuesto de este año, que fue de 9.06 billones de pesos (dos billones correspondieron a deuda que contrató el gobierno para hacer frente al pago de los programas sociales).
Segundo, porque Pemex dejó de ser, hace años, un aportante de referencia para el presupuesto; por el contrario, la empresa no ha hecho más que “chupar’’ del presupuesto dos billones durante el sexenio, a pesar de que la producción y la exportación de crudo están en los peores niveles históricos.
Sheinbaum incluso tuvo que posponer la entrada en vigor de su programa de asistencia a las mujeres de entre 60 y 64 hasta enero próximo, porque no hay dinero, en esta administración con que cumplir la promesa.
En 2025 veremos.
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En el pleito entre los expresidentes y el actual líder nacional del PRI, Alejandro Moreno, dos personajes ha cobrado notoriedad, aunque quienes impugnan al campechano son más de 200.
Se trata de Dulce María Sauri Riancho y Enrique Ochoa.
Sauri, como bien se sabe, era la presidenta del PRI en el año 2000, cuando por primera vez en la historia el tricolor perdió la Presidencia de la República con Vicente Fox.
Pero la yucateca no solo perdió la Presidencia, sino que se vio involucrada en el escándalo del financiamiento irregular a la campaña de Labastida, conocido como “Pemexgate’’, por el cual el partido fue multado con 1,000 millones de pesos.
Dos años después de la elección pérdida, dejó la presidencia del tricolor y poco se supo de actividades partidistas hasta ahora que ha salido a cuestionar la presidencia de Moreno.
Pero, sin duda tiene una militancia que presumir.
El que desentona en este asunto es el también efímero presidente del tricolor, Enrique Ochoa, que pasó con más pena que gloria por la dirigencia del partido.
Ochoa fue una imposición de Peña Nieto y su grupo; era director de la Comisión Federal de Electricidad antes de ser presidente del PRI, cuando nadie apostaba por su nombre.
Tuvo que hacer un recorrido nacional para demostrarle a la militancia que sí era priista y que estaba afiliado.
Después fue diputado federal, en donde mantuvo un perfil casi de desaparecido, debido al temor de que Morena se le fuera encima como lo hizo con otros políticos tricolores.
La beligerancia de Sauri se explica por su militancia, pero lo de Ochoa, más que oportunismo político parece ser el mensajero de un grupo que busca apropiarse con lo que queda del PRI por lo que se pudiera ofrecer más adelante en el sexenio.
Corresponderá a las autoridades electorales determinar si los cambios estatutarios que realizó Moreno fueron apegados a la ley, al igual que la convocatoria para elegir a la dirigencia nacional; cada bando está dando su lucha.
En la que desentona, sin duda, la gris figura de Ochoa.