Más allá de las designaciones pendientes en las secretarías de la Defensa y Marina, hay dos posiciones pendientes de asignación que son tan importantes, o más, que muchas secretarías de Estado.
Y son, también, dos espacios en donde las ratificaciones de sus actuales titulares son punto menos que imposibles.
Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) son dos posiciones clave de la siguiente administración, por su relevancia obvia dentro del sector energético, pero por su trascendencia para las finanzas públicas nacionales.
Claramente que es más que urgente que el agrónomo paisano del Presidente, Octavio Romero, deje la dirección de Pemex, tanto como el inversor inmobiliario y experto en arreglar elecciones, Manuel Bartlett, deje la titularidad de la CFE.
Sí hay casos de funcionarios que se van a mantener en el gabinete de la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, que cumplen con la consigna lopezobradorista del 10% conocimientos y 90% lealtad, pero son los menos.
Para Pemex y CFE parecería que el perfil necesario podría no ser, por ahora, ingenieros petroleros o industriales, sino expertos en el sector financiero y, además, cercanos a la administración de la Secretaría de Hacienda.
Ciertamente hay mucho que componer en el rumbo técnico de ambas empresas, será fundamental que retomen un camino verde, con menos combustóleo y más aerogeneradores, pero su principal reto es su viabilidad financiera.
Fue el propio presidente saliente López Obrador el que presumió que Pemex había sido rescatada y que estaba en el mejor momento de su historia, que había disminuido su deuda, que estábamos cerca de la autosuficiencia en combustibles y hasta que había bajado el precio de la gasolina.
Pero bueno, es López Obrador y su mundo fantástico de los otros datos que diseña para su feligresía, son datos que dentro de los sectores energético y financiero ya no toman en cuenta.
Lo cierto es que tanto Pemex como CFE requieren importantes replanteamientos de sus estrategias de negocios para aligerar la carga fiscal que han implicado en este sexenio que termina.
Será imposible cambiar la visión estatista del sector energético, pero con un poco de sentido común se dejaría de ahuyentar la participación de capitales privados, aun con las nuevas limitantes ideológicas impuestas.
Si a la Secretaría de Hacienda de Ramírez de la O se le permite tomar el papel protagónico que parece que tendrá durante la siguiente administración, seguro que se podría hacer viable la operación de esas empresas.
Pemex inevitablemente tendrá que ser rescatada con dinero público, pero al menos en el trayecto se puede recomponer su visión de negocios, se puede redimensionar la empresa y se deberían fijar metas de rentabilidad.
Para la Comisión Federal de Electricidad sería ideal reubicarla en su posición estratégica de transmitir y distribuir la energía eléctrica, y permitir una competencia más abierta en la generación, con estándares ecológicos más altos que el combustóleo y el carbón privilegiados por López Obrador.
Pero todo empieza por tener los perfiles adecuados al frente de esas dos empresas, más capaces, más apegados a la verdad y a la realidad, que puedan hacer de Pemex y la CFE activos importantes para el país y no las bombas de tiempo financieras que actualmente son.
@campossuarez