La saturación de un espacio bajo techo, el desinterés de las autoridades federales y locales para visibilizar la problemática, así como las inclemencias del clima, son algunos de los factores que juegan contra decenas de migrantes venezolanos que sobreviven hacinados en la cerrada de Lerdo de Tejada, en la alcaldía Iztapalapa.
Ahí, en La Casa del Migrante Arcángel Rafael, uno de los albergues más socorridos por las personas extranjeras que transitan rumbo a la frontera norte, la situación se complicó porque no hay espacio y los migrantes deben estar en las calles con improvisadas casas de campaña.
En un recorrido realizado por 24 HORAS se pudo constatar que decenas niños, mujeres y hombres permanecen afuera del recinto, en espera de un lugar para poder ingresar.
Las calles son su hogar por días, e incluso semanas, a lo largo de las cuales deben de enfrentar el frío y las lluvias de temporada.
“Tenemos cinco días aquí y no hemos podido entrar, adentro está lleno, hay mucha gente, no hay capacidad (…) llegamos aquí buscando un apoyo para que nos den refugio porque no tenemos para arrendar, yo tengo un nieto chiquito de cinco años y la ‘yerna’ que está embarazada”, explicó a este diario la señora Maritza, quien es originaria de Venezuela.
Lisangel, otra venezolana, añadió que pese a la tormenta que cayó no les permitieron el acceso al albergue, ni siquiera cuando tocaron a la puerta en reiteradas ocasiones, por lo que sus cosas también se mojaron, ya que no cuenta con una lona ni nada, por lo que se refugió bajo una marquesina.
El grupo de migrantes explicó que quienes se encuentran dentro del albergue van saliendo conforme se va confirmando su cita migratoria, por lo que deben esperar a que se libere el cupo para ingresar.
Relataron que realizan trabajos como pelar o picar verduras en mercados o puestos, por los cuales llegan a obtener 100 pesos que les deben rendir para la comida y pagar sanitarios públicos y dónde poder asearse.