Varios son los pendientes que heredará el presidente López Obrador a su sucesora. Algunos son más apremiantes que otros. Y, muchos, muchos de ellos, imposibles de maquillar con los “otros datos”. Como el tema de la salud, el cual es un verdadero desastre. Han sido seis años de fracasos monumentales: desabasto de medicamentos, pésimo manejo de la pandemia del Covid, el colapso de la infraestructura hospitalaria, la supuesta contratación de “médicos” cubanos (a los cuales no vemos por ningún lado), no hay campañas de vacunación, la megafarmacia del bienestar resultó ser un verdadero petardo…

El etcétera es kilométrico.

Y el presidente López Obrador falló desde un principio con las designaciones de Jorge Alcocer Varela y Hugo López-Gatell Ramírez como sus hombres fuertes en materia de salud. Dos verdaderos incompetentes que a lo largo del sexenio sólo se dedicaron a conservar su chamba con adulaciones al primer mandatario. Y nada más. No hay absolutamente nada positivo que este par le haya aportado a México y a los mexicanos durante el sexenio que está por concluir. El país está totalmente rezagado y atrasado en todos los rubros de salubridad.

Un claro ejemplo de ello es la pésima estrategia desplegada por los colaboradores del Presidente en torno a la pandemia del Covid, bicho que se hizo presente en nuestro país por primera vez en febrero de 2020, y el cual a la fecha sigue siendo tratado con desdén, incompetencia e ignorancia por parte de las autoridades sanitarias de los tres niveles de Gobierno: a inicios de la quincena que está por concluir, el Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen) y el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (Iner) dieron a conocer nueve casos, todos se contagiaron en Estados Unidos, de un par de nuevas variantes el coronavirus. Uno del linaje KP.3 y ocho contagios de la cepa KP.2. Ambas pertenecen a la familia de ómicron. ¿Qué han hecho al respecto el Gobierno y la Secretaría Salud? ¡Nada!

No hay campañas informativas y preventivas. A nadie se le ha ocurrido orientar a la población en torno a si existen puestos de vacunación a donde puedan acudir para inocularse. Nadie sabe si es cien por ciento seguro hacer uso del transporte público o acudir a sitios de foros masivos. ¿Acaso debemos volver a usar el cubrebocas e implementar de nuevo la sana distancia? ¿Hay algún número 01-800 o alguna app a los que podamos recurrir para solicitar información? ¡Nada! Repito: ¡No hay nada de nada!

Y de la vacuna Patria mejor ni hablemos. Es algo así como el Santo Grial de la epidemiología mexicana: todo mundo habla de ella, pero jamás nadie la ha visto. Igualito que con los ventiladores libres de neoliberalismo Ehécatl 4 y Gätsi que tanto presumió y cacareó doña María Elena Álvarez-Buylla Roces, la infame directora general del hoy extinto Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). ¿Dónde están?, ¿quiénes los usaron? Sólo nos doraron la píldora. Como con la compra de las pipas que se adquirieron para combatir la crisis del huachicol (Tlahuelilpan, Hidalgo, enero de 2019, 137 muertos).

De los 2.6 millones de personas que fallecieron alrededor del mundo a causa del coronavirus, poco más de 800 mil eran mexicanos. Fuimos una de las naciones que peor manejo tuvo de la pandemia. ¿Acaso debemos esperar la misma (nula) capacidad de respuesta del Gobierno obradorista con este nuevo rebrote?

¡Que Dios nos ampare!

 

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