La legendaria Simone Biles se colgó su primer oro en París-2024, al guiar al equipo estadounidense a lo alto de la gimnasia artística, en una jornada en la que revivieron polémicas por la ceremonia de apertura del pasado viernes.
La dueña de 23 títulos mundiales se embolsó su quinto metal dorado olímpico, el primero desde Río de Janeiro-2016, y comenzó su campaña reconquistadora tras la amarga experiencia en Tokio-2020.
Biles, de 27 años, fue arropada por el Arena Bercy y sus visitantes ilustres, entre ellos la leyenda del tenis Serena Williams, el millonario Bill Gates y el director de cine Spike Lee.
Su rutina incluyó un preciso salto en el potro que le valió la mejor nota de la primera rotación, un aterrizaje clavado de las barras asimétricas, su aparato menos fuerte y un espectacular ejercicio de suelo ante un estadio en pie.
Ante la ausencia de Rusia, vencedora en la capital nipona, la plata fue para Italia y el bronce para el Brasil de Rebeca Andrade, quien logró el primer podio olímpico por equipos en su historia dentro de la gimnasia.
El renacer olímpico de Biles tendrá otra importante batalla mañana, en la final del concurso general individual.
Recuperada de la amarga experiencia de hace tres años, una sonriente Biles volvió a subir a lo más alto del podio tras una final que dominaron las estadounidenses y donde la plata fue para Italia y el bronce de Brasil, que logró la primera medalla por equipos en su historia en la gimnasia.
La atleta de 27 años llegó a París con otra mentalidad, tras desentrañar el bloqueo mental que le atenazó en Tokio.
“Ahora soy mucho mayor, tenemos más experiencia y salimos a disfrutar lo que estamos haciendo. Es diferente”, explicó Biles al comparar este éxito con el de 2016.
Con ella disfrutó también un repleto Arena Bercy que arropó cada paso de la ganadora de 23 títulos mundiales, hoy con un brillante maillot con los colores estadounidenses y un vendaje que le cubría la dolorida pantorrilla izquierda, aunque menos extenso que con el que acabó las clasificaciones el domingo.
Con un preciso salto en el potro, Biles arrancó la competición con la mejor nota de la primera rotación y sin rastro de los temidos “twisties”, un fenómeno que provoca que los gimnastas pierdan el sentido de la orientación cuando están en el aire.
Su aparición, consecuencia de un bloqueo mental, le había obligado a retirarse de esta misma prueba en Tokio y a perderse la mayoría de finales de aquellos Juegos atípicos. 24horas