La historia se repite. Una y otra vez. Cada cuatro años es lo mismo. Con excepción de los Juegos Olímpicos de México 1968 (nueve medallas) y Londres 2012 (ocho medallas), nuestro país casi siempre termina haciendo el oso en las justas veraniegas. No importa quienes nos gobiernen: Los tricolores, los azules, los guindas… nadie, absolutamente nadie, ha sido capaz de diseñar e implementar políticas públicas encaminadas a fomentar y a establecer en este país una verdadera cultura física entre sus ciudadanos.

Somos casi 130 millones de mexicanos y cada cuatro años tenemos que conformarnos con dos, tres o cuatro medallas olímpicas… ¡no es posible!

Deportivamente hablando, en México no tenemos mucho qué presumir. Si acaso honrosas excepciones: Lorena Ochoa, Hugo Sánchez, Raúl González, Checo Pérez, Julio César Chávez, Humberto Mariles, Joaquín Capilla, El Toro Valenzuela, Paola Espinosa, María del Rosario Espinosa, Alejandra Valencia y unos cuantos más que muy de vez en cuando nos ponen bajo el reflector con sus admirables proezas. Pero sólo muy de vez en cuando.

Los niños y los jóvenes mexicanos tienen muy pocos héroes deportivos locales de los cuales puedan abrevar inspiración y motivación. Hoy por hoy, los chamacos de este país quieren ser como Messi, como Cristiano Ronaldo o como LeBron James.

Las naciones de Primer Mundo, las que dominan este mundo globalizado, me refiero a los Estados Unidos, Japón, Alemania, China, la Gran Bretaña, principalmente se valen del deporte para mostrarle a todo el planeta lo poderosos que son. Así lo hizo la Alemania Nazi de 1936 y la pujante China del 2008. Abrieron sus puertas y ventanas para enviar un claro mensaje a toda la comunidad internacional: Aquí, estamos trabajando muy duro, tenemos programas y presupuestos para forjar no sólo deportistas de élite, sino ciudadanos competitivos en todos los ámbitos.

Y, en México, ¿qué tenemos? ¿Dónde están los políticos especializados en temas deportivos?  ¿Quiénes están legislando para que en todo el país nuestros niños y jóvenes aspiren a una mejor vida y a una mejor salud a través del deporte? ¿Cuántas canchas deportivas, cuántas albercas, cuántos gimnasios, cuántas pistas ciclistas y de canotaje, cuántos espacios para practicar el tiro con arco mandó a construir este Gobierno para que dejemos de ser un país de obesos, de diabéticos, de hipertensos, de sedentarios?

No nos engañemos, al gobierno de la 4T, al señor López Obrador, el deporte le interesa tanto como le interesó a sus antecesores (Peña Nieto, Felipe Calderón o Vicente Fox). Por principio de cuentas, tenemos un Presidente al que muy poco le importa tener una buena condición física. Si acaso muy de vez en cuando, manda a juntar a algunos de sus aduladores que jugaron beisbol profesional y se van con ellos a “macanear”. A dizque batear y a dizque fildear. Pero hasta ahí.

Y bajo este contexto, la verdad es que muy poco es lo que se le puede pedir al deporte mexicano. Por lo tanto, antes de exigir medallistas olímpicos y campeones mundiales, primero debemos construir, desde los cimientos, estructura e infraestructura con nuestros pequeños: Educación, salud, alimentación y deporte.

No hay de otra.

 

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