Los mineros ya lo conocíamos: estafador, mentiroso, traicionero y, por supuesto, ratero. Pero en los seis años en los que Napoleón Gómez Urrutia fue senador, dejó ver a los trabajadores de México que, además, es un charro que intercambió importantes conquistas laborales por beneficios personales.
En esos seis años, los trabajadores de México sufrimos un retroceso muy grande de nuestros derechos. Curiosamente, estos embates fueron orquestados desde el Poder Legislativo, desde la presidencia de la Comisión de Trabajo del Senado de la República, a cargo de Napillo.
Napillo fue el principal impulsor y propagandista de la iniciativa de reforma laboral que topó y limitó a 90 días las utilidades. Desde su posición, convenció a otros charros sindicales de votar en favor de acabar de manera ilegal con un derecho protegido y plasmado en la Constitución.
Frente a las huelgas que han estallado, en varios sectores a nivel nacional, por el descontento de los trabajadores al no recibir el 10% de utilidades, Napillo, vilmente, se dedica a engañar a sus agremiados, diciéndoles que son las empresas las que no quieren dar la utilidad completa.
Pero esto no fue lo único que hizo Napillo para fregarse a los trabajadores. El impostor de minero se sirvió con la cuchara grande y modificó la ley para que, ahora, la cuota sindical sea obligatoria. Antes de la modificación hecha por Napillo, los trabajadores podían optar por pagar o no la cuota sindical, valoraban el trabajo de la organización y aceptaban de manera voluntaria el descuento de ésta. Ahora no tienen esa posibilidad: la pagan porque la pagan.
Napillo pasó más de una década escondido en el extranjero, ¿qué tipo de trabajo podía realizar dentro de la organización? Ninguno. Por ello, hizo la cuota sindical obligatoria. Una vez más se blinda y asegura otra posible huida con el tema económico más que resuelto. No olvidemos que escapó tras ser denunciado por miles de mineros por robarse mil millones de pesos. El tema sigue abierto y ya hay cuatro laudos que lo obligan a regresar dicha cantidad a sus verdaderos dueños.
Es obvio que Napillo no podía fungir como impartidor de justicia; no está en su naturaleza y su historial delictivo lo delata. Más bien fue un negociador de venganzas y beneficios personales.
La industria minera también recibió ataques por parte del senador de Morena. Napillo propuso disminuir el tiempo de las concesiones de manera inviable, operativamente hablando, poniendo en riesgo el empleo de miles de trabajadores. A la fecha, sigue exigiendo al Gobierno que quite concesiones a las empresas con las que ha tenido descontentos o que simplemente no se han dejado extorsionar.
Napillo fue un desastre como senador, quedó a deber no solo a los trabajadores, sino también a quienes lo pusieron en una posición que, se sabe, le quedó grande. Sin embargo, su participación y su responsabilidad directa en el tope de utilidades le valieron un pase más a la impunidad, ya que lo revalidan como legislador, pero ahora como diputado, es decir, tres años más de no pisar la cárcel.
Por ello, los trabajadores de México debemos estar atentos a este charro, ya que no dudará en volver a intercambiar, ahora como diputado, cualquier lucha obrera, derecho o conquista ganada a cambio de protección, dinero o impunidad.
Nosotros, como lo hemos estado haciendo desde hace más de 14 años, no seremos omisos. Seguiremos denunciando sus estafas, tranzas y delitos. Los trabajadores de México estamos hartos de los charros como él, vendidos al mejor postor.
@CarlosPavonC