RESPALDO. Gutiérrez Müller estuvo acompañada en el presidium por Pedro Miguel; la gobernadora Delfina Gómez, Raquel Serur Smeke, Veronica Velasco y Antonio Perrusca.
Foto: Miguel Martínez | RESPALDO. Gutiérrez Müller estuvo acompañada en el presidium por Pedro Miguel; la gobernadora Delfina Gómez, Raquel Serur Smeke, Veronica Velasco y Antonio Perrusca.  

A unas semanas de que concluya el sexenio, con un acto multitudinario en el Zócalo de la Ciudad de México, el corazón social, político y cultural del país, Beatriz Gutiérrez Müller se despidió de la vida pública con la presentación de su libro Feminismo Silencioso.

En una carpa levantada exprofeso para el evento, rodeada de la romería que caracteriza al primer cuadro de la capital, a donde se dieron cita alrededor de 8 mil personas, con visible desorganización, empujones y gritos, la historiadora y periodista llegó acompañada de su esposo, el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien, en una curiosa vuelta de tuerca no pronunció ni una sola palabra, siendo él, el experto en las arengas en las plazas públicas de todo México. 

Al evento se dio cita el gabinete presidencial, los mandatarios de la capital y el Estado de México y, no podía faltar, la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, la mujer que, por primera vez en la historia nacional, tendrá la titularidad del Ejecutivo. 

Entre los invitados especiales figuraron intelectuales como el exgobernador chihuahuense, Javier Corral, además de varios líderes y militantes de Morena. 

Fiel a su voto de silencio, roto en pocas y excepcionales ocasiones, Gutiérrez Müller resumió la presentación y la intención de su texto en una de sus frases de la tarde, que incluso figura en las guardas del impreso: 

“Es como el final de las películas, que ya se acerca y como yo no pedí estar en la esfera pública, yo me voy a retirar de igual modo, sobre todo de la esfera política, no es lo mío y aunque fui pública o soy pública por razones ajenas a mi voluntad, me retiraré silenciosamente también para vivir con toda la prudencia que me caracteriza lo que resta de mi vida y una prudencia pública porque a lo mejor de dentro soy muy imprudente todavía y está muy bien”. 

Tras lo cual, se retiró en relativo silencio, y mientras departía con los invitados especiales, su esposo, el saliente Presidente de México regresaba a Palacio, porque en esta ocasión la tarde fue suya.