¿Es posible transformar barrios tomados por la delincuencia o percibidos socialmente como peligrosos en puntos de atracción turística?

En América Latina hay, al menos, dos casos ejemplares de un proceso de transformación impulsada por voluntades institucionales y ciudadanas: Comuna 13, uno de los lugares más riesgosos de Medellín, e Iztapalapa, percibida hasta hace seis años como una alcaldía sin probabilidades de seguridad.

Ubicada en las colinas del occidente de Medellín, Comuna 13 —habitada en su mayoría por campesinos desplazados por la guerra en zonas rurales de Colombia— se volvió el lugar idóneo para el tráfico de drogas durante los años 80, por su difícil acceso y múltiples callejones.

Testimonios diversos consignan cómo Pablo Escobar reclutaba ahí sicarios, para quienes era la única forma de movilidad social. Tras la muerte de ese líder delictivo en 1993, la Comuna quedó en manos de grupos insurgentes como las FARC, y a inicios de este siglo el estado colombiano emprendió intervenciones militares con cientos de muertos y desaparecidos.

Veinte años después, el barrio es uno de los principales atractivos turísticos, como lo apreciamos ayer en un recorrido como parte del encuentro “Metrópolis por el Derecho a la Ciudad”, en el cual participamos con la delegación encabezada por la jefa de Gobierno electa de la CDMX, Clara Brugada, las y los alcaldes electos de Morena, e integrantes de su equipo de trabajo.

Los datos compartidos por la Secretaría de Seguridad de Medellín indican una reducción del 40 por ciento en homicidios intencionales en el último año. Incluso, hasta el sábado pasado sumaban nueve días sin asesinatos.

Con las distancias geográficas pertinentes, Iztapalapa en septiembre de 2019 tenía una percepción de inseguridad de 85.6 por ciento; la Encuesta de Seguridad Pública Urbana del Inegi de junio de este año revela una mejoría de casi 30 puntos porcentuales. Y la tasa de delitos de alto impacto disminuyó 62.7 por ciento.

El Cablebús y los murales que se aprecian desde las alturas se han convertido ahora en referencia turística no sólo nacional, también internacional.

¿Qué posibilitó la transformación de estos espacios urbanos? Voluntad y disposición ciudadana e institucional.

En Iztapalapa, la sensibilidad de Brugada para la atención de causas sociales condujo a la construcción de las Utopías como una forma de recuperar espacios públicos, llevada a otros lugares por el jefe de Gobierno, Martí Batres, con la recuperación de la Glorieta de Insurgentes en un esfuerzo que es deseable mantener.

Comuna 13 cuenta ahora con seis escaleras eléctricas y un graffitour, atractivo de Medellín, medio de ingresos para la comunidad y una forma de movilidad más ágil. Desde el mirador se puede apreciar el poder de unas escaleras y las múltiples conexiones con la seguridad y paz.

 

      @guerrerochipres