Convoy. El exgobernador del estado llegó a su domicilio en una ambulancia escoltada por tres patrullas durante la madrugada de ayer
Foto: 24 horas Puebla | Convoy. El exgobernador del estado llegó a su domicilio en una ambulancia escoltada por tres patrullas durante la madrugada de ayer  

Entre la oscuridad de la madrugada, el ex gobernador Mario Marín Torres arribó a su casa en la capital poblana, para continuar su proceso en prisión domiciliaria. El traslado, que culminó a las 3:57 horas de este miércoles, estuvo marcado por la discreción y la cautela, reflejando la naturaleza del caso que capturó la atención de la opinión pública.

El convoy, compuesto por una ambulancia de la Guardia Nacional (GN) escoltada por tres patrullas de la misma corporación, recorrió el trayecto desde el Centro Federal de Readaptación Social del Altiplano, en el Estado de México, hasta el Residencial San Ángel, al sur de la ciudad de Puebla.

La ambulancia, que transportaba a Marín, cruzó las puertas de su residencia en silencio. Apenas 20 minutos después, las patrullas se sumaron al arribo, seguidas por cuatro vehículos particulares, presumiblemente pertenecientes a familiares y allegados del ex mandatario.

El traslado de Marín Torres se llevó a cabo tras la orden emitida por una jueza de Quintana Roo el pasado sábado, en la que se modificaron las medidas cautelares en su contra. La jueza dictaminó su liberación del penal del Altiplano a las 23:30 horas del martes, marcando así el comienzo de su proceso en casa.

El exgobernador de Puebla enfrenta cargos por su presunta participación en el delito de tortura contra la periodista Lydia Cacho. La prisión domiciliaria, aunque menos restrictiva que la prisión formal, mantiene a Marín bajo estricta vigilancia mientras se desarrolla el proceso legal en su contra.

Versiones periodísticas indican que la defensa del ex mandatario poblano solicitó el cambio de medida cautelar por su edad y estado físico ya que, en julio pasado, pidió su traslado a un hospital privado, que pagaría su familia, alegando fuertes dolores de espalda que calificó como “un tormento”.