Desde marzo de 2022, 305 perros y gatos han encontrado la muerte mediante la administración de sobredosis de anestésicos o químicos inhalables, provocándoles inconsciencia y paro cardiorrespiratorio… Su crimen, encontrarse dentro de los límites del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).
Capturados al interior de los terrenos de la terminal aérea, los animales son llevados a un “espacio adecuado” dentro del AIFA, donde son sacrificados, para después ser enterrados tres metros bajo tierra, entre plástico y cal.
Para ello, el AIFA ha gastado 81.1 millones de pesos en la contratación de empresas para realizar esta labor, que permite mantener despejadas las pistas para el aterrizaje y despegue de aviones.
En la solicitud de información 0196, realizada por 24 HORAS, el AIFA detalla que se trata de 288 caninos y 17 felinos que han sido considerados como fauna nociva.
El Felipe Ángeles respondió que ha asignado a particulares el control de fauna nociva y, en el periodo de marzo de 2022 hasta julio pasado, a 305 animales les han aplicado un procedimiento de eutanasia controlada.
“La empresa que actualmente brinda el servicio de control y manejo de fauna para el AIFA, en caso de ser necesario, aplica el procedimiento de eutanasia a los ejemplares capturados de fauna nociva, basado en lo establecido en la NOM-033-SAGZOO-2014”, indica la respuesta a la solicitud de información.
De acuerdo con la Plataforma Nacional de Transparencia, el Felipe Ángeles tiene vigente el contrato con la empresa Fumigación y Control Aviar para el manejo y control de fauna nociva este año por 30.1 millones de pesos.
En 2023, el AIFA contrató a la misma empresa por un monto de 24.5 millones de pesos, y en 2022, cuando arrancó operaciones, pagó a Servipro de México 26.4 millones de pesos.
Por lo que en total, el Aeropuerto, ubicado en Santa Lucía, Estado de México, ha erogado 81.1 millones de pesos por el control de fauna nociva, pero en la solicitud de información señala que se trata del sacrificio de 305 animales callejeros, la mayoría perros.
El AIFA respondió a este diario que “el procedimiento de eutanasia empleado en fauna nociva es realizado en un espacio adecuado dentro de las limitaciones que ocupa este aeropuerto”; es decir, los perros y gatos han sido sacrificados dentro de las instalaciones del Felipe Ángeles.
La NOM-033, que la empresa utiliza para aplicar la eutanasia a los 305 ejemplares de perros y gatos, señala que “en el caso de animales de compañía previo a la matanza o eutanasia, se debe asegurar que el animal esté completamente inconsciente o sedado profundamente”.
Dicha norma indica que “los métodos de matanza y eutanasia en perros y gatos deben estar basados en la utilización de sobredosis de anestésicos, previa tranquilización o sedación”.
El documento señala que “el personal encargado del manejo y del proceso de muerte debe estar debidamente capacitado. El médico veterinario responsable del establecimiento debe estar capacitado, supervisar todo el proceso y constatar clínicamente la muerte del animal”.
La norma medioambiental considera que “para evitar que el animal manifieste la fase de excitación durante la inyección de pentobarbital sódico, su administración debe realizarse de manera rápida para provocar inconsciencia y el paro cardiorrespiratorio lo más pronto posible y que no rebase 10 minutos después de lograda la tranquilización o la sedación”.
Los perros y gatos también pueden ser exterminados por químicos inhalables, “dentro de estos se encuentran los siguientes gases y líquidos volátiles como el enfluorano, metoxifluorano, isofluorano, desflurano, sevoflurano o cualquier innovación de ellos. El paso del anestésico inhalable se debe mantener por lo menos tres minutos después de que el animal esté clínicamente muerto”.
El Aeropuerto señaló que “para la disposición legal de los restos de estos ejemplares de la fauna nociva se establece el mismo método de la Guía de Animales Muertos, emitida por la Secretaría de Salud”.
Dicha guía asevera que debe buscarse “un sitio a más de 500 metros de distancia de pozos, comunidades, ríos o algún cuerpo de agua; se usan guantes para transportar al animal; realizar una fosa de profundidad de tres metros; otro de los pasos es cubrir con una bolsa de plástico el fondo y espaciar cal para depositar los restos del animal, se le cubre de cal y tierra.
La NOM-032 considera a los perros y gatos ferales como fauna nociva, por lo que existen una “serie de medidas de control tanto físico, como control de fauna nociva (perros y gatos callejeros y roedores) y control químico aplicadas de forma secuencial o sincronizada para reducir las poblaciones del vector”.
Sin embargo, el AIFA no explica si la empresa contratada analizó que los 305 ejemplares sacrificados en tres años entraban dentro de la categoría feral o se trata de animales de compañía que terminaron dentro de las instalaciones de Santa Lucía.