Ucrania lanzó uno de sus mayores ataques con drones contra Moscú la madrugada del miércoles. El ataque formó parte de una serie más amplia de ofensivas en territorio ruso, con un total de 45 drones ucranianos derribados, incluidos 11 en Moscú, 23 en Briansk, seis en Bélgorod, tres en Kaluga y dos en Kursk.
Este último asalto a la ciudad sede del Kremlin, que recuerda a un ataque similar en mayo de 2023, marca una nueva fase en la estrategia de Kiev para acercar la guerra al corazón de Rusia. Los informes preliminares no indican víctimas, pero la magnitud de la operación subraya la creciente capacidad de Ucrania de atacar la capital rusa, que había estado en gran medida aislada de la guerra.
El ataque con drones coincide con la ofensiva terrestre de Ucrania en la región occidental de Kursk, donde las fuerzas ucranianas han realizado sorprendentes avances en territorio ruso. Esta ofensiva, que comenzó el 6 de agosto, ha dado como resultado el control ucraniano sobre aproximadamente 1,263 kilómetros cuadrados, incluidos 93 asentamientos. El éxito de la incursión en Kursk ha elevado la moral en Ucrania y ha alterado la dinámica del conflicto, siendo la incursión extranjera más importante en suelo ruso desde la Segunda Guerra Mundial.
La respuesta de Rusia a la ofensiva en Kursk se ha visto obstaculizada por desafíos logísticos, en particular después de la destrucción por parte de Ucrania de puentes clave sobre el río Seim. Las fuerzas ucranianas han aislado a las tropas rusas en la región, lo que ha ralentizado su capacidad para contrarrestar el avance. Las autoridades rusas han evacuado a más de 120,000 civiles de la zona, al tiempo que intentan reforzar sus posiciones con tropas redistribuidas desde otras regiones.
A pesar del aparente éxito de las operaciones transfronterizas de Ucrania, la sostenibilidad a largo plazo de estos avances sigue siendo incierta. Además, la élite política rusa, incluido el expresidente Dmitri Medvédev, han descartado la posibilidad de negociaciones y han prometido seguir luchando hasta la derrota total de Ucrania.
En el ámbito diplomático, el presidente ruso, Vladímir Putin, se reunió con el premier chino, Li Qiang, en Moscú, reafirmando su asociación estratégica en medio de la escalada del conflicto. Mientras tanto, India, un comprador clave de armas rusas, está tratando de fortalecer su papel en la crisis, y el primer ministro Narendra Modi tiene previsto visitar Kiev para analizar posibles vías para el fin de la guerra.