El debate presidencial pactado para el 10 de septiembre entre los candidatos Donald Trump y Kamala Harris enfrenta un panorama incierto. Las dudas sobre su realización se intensificaron cuando el expresidente, a través de su plataforma Truth Social, cuestionó su participación en el evento, aludiendo a una supuesta parcialidad de la cadena ABC, encargada de la transmisión.
“Me pregunto, ¿por qué haría el debate contra Kamala Harris en esa cadena?”, expresó el candidato republicano.
Las discrepancias entre ambos equipos de campaña agravaron la situación, con el foco puesto en la gestión de los micrófonos durante el debate. Brian Fallon, asesor de la vicepresidenta, afirmó en un comunicado que el equipo del expresidente prefiere que los micrófonos de los candidatos sean silenciados alternadamente.
“Creemos que los micrófonos de ambos candidatos deberían estar abiertos durante todo el debate. Estimamos que los asesores de Trump prefieren el micrófono silenciado porque no creen que su candidato pueda actuar de forma presidencial durante 90 minutos”, señaló Fallon.
Esta postura contrasta con lo ocurrido en el debate del 27 de junio, en el que los micrófonos del magnate y Joe Biden fueron controlados para evitar interrupciones. Sin embargo, la candidata demócrata manifestó su preferencia por mantener los micrófonos abiertos, como suele ser el caso en los debates presidenciales, porque su rival tiene tendencia a las invectivas e interrupciones.
Posteriormente, el candidato republicano aseveró que la demócrata es quien “quiere cambiar las reglas del debate en ABC Fake News”.
Más allá del debate, la campaña electoral se intensificó con el atacando a la vicepresidenta por su papel en la retirada de Afganistán, vinculándola a la “humillación” sufrida por EU durante ese proceso.
En un discurso reciente en la Asociación de la Guardia Nacional de Estados Unidos, el expresidente responsabilizó a la candidata demócrata y a Biden por la pérdida de credibilidad del país, asegurando que los votantes los “despedirán” el próximo 5 de noviembre.
La incertidumbre sobre la celebración del debate refleja la tensa atmósfera de la contienda electoral, donde cualquier decisión podría tener repercusiones significativas en la opinión pública.
Cabe recordar que Kamala Harris cuenta con una ligera ventaja en los sondeos a 70 días de los comicios de noviembre.