Las ganancias del libro Entre Azul y Buenas Noches serán donadas a Laetus Vitae, casa fundada por Samantha Flores.
Foto: Carlos García | Las ganancias del libro Entre Azul y Buenas Noches serán donadas a Laetus Vitae, casa fundada por Samantha Flores.  

A lo largo de su vida, Samantha Flores se ha desempeñado en el área de relaciones públicas y en el activismo a favor de la población LGBTQ+ y heterosexual, muestra de ello es la casa de día Laetus Vitae que recibe a perso- nas de la tercera edad.

“Me preguntan siempre por la transición. Desperté un día como Vicente Flores y al otro como Samantha Flores. No pensaba en la feminidad ni nada, solo aceptaba que era un muchacho gay afeminado. Nunca tuve problemas de bullying, ni familiares, inclusive en los trabajos lo tuve”, mencionó la activista trans, en entrevista con este medio.

“El adulto mayor LGBTQ no tiene ningún apoyo. Pensé en crear un sitio en el que pudiéramos convivir, un albergue resultaría imposible porque sería muy caro. Una casa de día era más fácil porque se abre los fines de semana. Esa es la idea de Vida Alegre, por eso se llama así.

“Ha dado buenos resultados y cuando menos una tercera parte de los que van son heterosexuales. Nos reunimos los sábados por la tarde, hacemos tertulias, comida y tenemos la suerte de que la gente nos ofrece talleres gratuitos que son aleccionadores”, compartió Flores.

A lo largo de su vida, Samantha se ha enfrentado a la pregunta sobre ser trans cuando el término no era familiar. Todo esto lo plasma en su libro Entre Azul y Buenas Noches.

“No pensé en el cambio total, realmente se trató de una realización con lo que ya, mentalmente, tenía programado. Como me sentía bien seguía siendo igual pero ya como Samantha Flores. Lo único que hice fue dejarme crecer el pelo.

“Todo vino, todo llegó… Gracias a que una persona muy importante como Xóchitl (denominada la reina de los homosexuales), ella estaba loca”, recordó.

APOYO A LA AUTOBIOGRAFÍA

Antoine Rodríguez, catedrático de la Universidad de Lile, animó a Samantha para escribir sus memorias que acumularon más de 40 horas de grabación.

“Comenzó el trabajo y no le hice preguntas y la dejé que fluyera de manera anacrónica y después darle el orden. Siempre respetando lo que dijo; ella no tenía propósito de escribir su historia, mientras que yo no quería hacer un trabajo como los académicos que escribe por algunas personas”, agregó.

En esas líneas, Flores agradeció a sus padres quienes la aceptaron desde su nacimiento con educación y la dejaron en libertad.

“A mí no me faltó por vivir nada, tuve unos padres maravillosos. Mi papá era un obrero y cursó hasta el cuarto año de primaria. Nunca nos pegó, yo creo que por amor dijo: ‘tengo que ayudarlo a salir adelante porque la vida va a ser difícil’.

“En décadas pasadas era más cerrado todo y debió enfrentarse a muchas críticas por mí, nunca tocamos el tema, nunca hubo un reproche. Mis padres me dejaron ser.

“Cada uno  tiene su situación diferente. Lo que podría decirle a mis pequeños hermanos y hermanas, que sean felices”, concluyó.