El primer grupo automovilístico europeo, Volkswagen, anunció ayer una reestructuración de su actividad sin precedentes en la historia de la empresa y dijo que no descarta cierres de fábricas en Alemania para hacer frente a una “situación extremadamente tensa”.
“Alemania […] pierde cada vez más terreno en términos de competitividad”, señala un documento interno, según el cual “no se pueden descartar cierres de fábricas en los sitios de producción de vehículos y de componentes”.
Una decisión así sería algo inédito desde 1988, cuando VW cerró su factoría de Westmoreland, en Estados Unidos. Pero en territorio alemán el grupo nunca ha clausurado ninguna de sus instalaciones en 87 años de historia.
Oliver Blume, presidente ejecutivo del grupo, consideró que Volkswagen “debe actuar ahora de forma decisiva” pues “la industria automovilística europea se encuentra en una situación muy exigente y grave”.
Con esta decisión, Blume abre la posibilidad a despidos rápidos, en contra de un acuerdo de 1994 que garantiza los empleos hasta 2029, ya que considera que las salidas voluntarias o por jubilación no serán suficientes.
Por el momento, no dio detalles sobre el número de puestos amenazados entre los 300.000 empleos del grupo Volkswagen en Alemania, 120.000 de los cuales para VW.
Volkswagen se está viendo perjudicado por una caída de las ventas, el debilitamiento del sector del automóvil y la creciente competencia de los fabricantes chinos, sobre todo en China, su principal mercado.
Dentro del grupo, de diez marcas, es la emblemática VW la que, desde hace años, se perfila como el eslabón más débil. El plan de reestructuración podría tener un impacto particular en ella.
El año pasado, VW ya inició un extenso programa para ahorrar dinero. “Pero la situación es extremadamente tensa y no se puede resolver con simples medidas de reducción de costes”, subraya la dirección de Volkswagen en el documento.