Al final, Genaro García Luna le hace un gran favor a Andrés Manuel López Obrador con sus acusaciones de supuestos vínculos del Presidente saliente con grupos de la delincuencia organizada.

De entrada, López Obrador es el dueño del aparato de propaganda oficial, es quien tiene injerencia en muchos contenidos mediáticos, es quien controla el mensaje que llega a las masas, mucho más allá de la información que se divulgue en el compacto círculo rojo.

García Luna es un delincuente sentenciado que no acompaña sus dichos con pruebas irrefutables, así que lo que logra es consolidar el estado favorito del tlatoani: el papel de víctima, “el presidente más atacado de la historia”.

Reenfocar los reflectores en la persona de López Obrador de esta manera implica quitar la atención de su actuación tiránica, del mal gobierno que ejerció, de la crisis económica que está gestando y de sus planes de perpetuarse en el poder.

La carta manuscrita de García Luna le cae a López Obrador como anillo al dedo, porque le da oportunidad de presentar ante su feligresía a Zedillo y al expolicía en la misma canasta, aunque no tengan nada que ver.

Hoy López Obrador es el Presidente de México, pero en 11 días, cuando su estatus oficial sea de expresidente, no habrá manera de que el tabasqueño le llegue ni a los talones a Zedillo en ninguna compasión objetiva.

Cuando la historia se encargue de López Obrador, las siguientes generaciones podrán ver sin el apasionamiento de estos tiempos, todo el daño que le causó al país, sobre todo con el enorme retroceso en el camino democrático que mantenía México.

Y cuando ahí se pongan en la balanza los dos apellidos Zedillo-López, se verá una diferencia abismal entre la democracia impulsada a finales del siglo pasado y el autoritarismo que ahora mismo se diseña.

Pero el punto es, precisamente, que no se trata de una medición ni de intelectos, ni de capacidades, ni de resultados, es el hecho de poner mucha atención a la advertencia del expresidente Zedillo, y de muchos otros intelectuales, analistas, bancos, gobiernos extranjeros, empresarios y demás, del daño irreversible que ha provocado López Obrador a este país.

La respuesta habitual a las advertencias de Ernesto Zedillo sobre las repercusiones estructurales del apropiamiento del Poder Judicial por parte de López Obrador es la de siempre, la descalificación a través de las mañaneras, de los medios afines y de silenciar sus palabras en los alcances masivos de comunicación.

¿Hay sustancia en lo que dice García Luna? Hay evidencias que apuntarían hacia allá, pero no hay pruebas contundentes, así que sus ataques al carismático líder de un grupo político tan amplio y sumiso le vienen muy bien al Presidente.

Solo si en algún momento las autoridades de los Estados Unidos hacen suyas las investigaciones de presuntos vínculos entre el poder político en México y el narcotráfico podría tener cierta relevancia lo que ahora acusa García Luna.

Mientras tanto, estas acusaciones, viniendo de quien vienen, no hacen sino victimizar a un líder que ha explotado esta veta hasta el cansancio, así que eso, ahora, le viene, como la pandemia, como anillo al dedo.

 

      @campossuarez