De acuerdo con el ayuntamiento, en el centro histórico de Mérida hay más de 200 casas
abandonadas, muchas en ruinas, lo que pone en riesgo a transeúntes y automovilistas.
Aunque estas propiedades forman parte del patrimonio histórico de la ciudad, su futuro es incierto debido a la falta de mantenimiento y la compleja regulación.
Este fenómeno está ligado a procesos urbanos y sociales, explica la arquitecta María Elena Torres, catedrática de la Universidad Autónoma de Yucatán.
El abandono de estas propiedades está relacionado con la expansión de la ciudad hacia la periferia: “Hay una gran oferta de vivienda en las afueras, lo que ha provocado que el interés por habitar el centro disminuya considerablemente”, señala.
Además, el ruido y el tráfico generado por los autobuses y el transporte de carga han hecho del centro una zona conflictiva para los residentes.
Para los vecinos del centro histórico, el abandono de estas casonas es un problema tanto de seguridad como de calidad de vida.
Rubén Salazar, quien ha vivido en la zona por más de 40 años, comenta: “Estas casas son un peligro. Se están cayendo a pedazos y nadie sabe quiénes son los dueños”.
Rosa María Cárdenas, una vecina de la calle 58, comparte: “Muchas de estas casas pertenecen a familias que ya no viven aquí. Los hijos se fueron o fallecieron, y ahora nadie se ocupa de ellas”.
Comerciantes aplauden restauración
Comerciantes del Centro Histórico de Mérida ven con buenos ojos la restauración de casonas antiguas, que tras ser rehabilitadas, se transforman en restaurantes, hoteles o espacios culturales, atrayendo turistas y generando un aumento en las ventas.
José Carlos Tapia, un vendedor ambulante de sombreros y otras curiosidades, asegura que ha visto cómo el turismo ha aumentado notablemente en los últimos años debido a esto.
“Cada vez que abren un nuevo hotel o restaurante en una casona antigua, la gente se acerca más a esa zona. Los turistas buscan conocer esos lugares y aprovecharán para comprar productos. Sin duda, es un impulso para nosotros”, comenta mientras ofrece sus productos a un grupo de visitantes.
Cecilia Zapata, dueña de un puesto de artesanías en una esquina de la Plaza Grande, señala que ha sido testigo de la transformación del Centro Histórico: “Antes, muchas casonas estaban abandonadas o en mal estado, pero ahora con las restauraciones, el lugar se ve más bonito y atractivo. La gente viene más a esta parte de la ciudad, y eso nos beneficia mucho. Mis ventas han aumentado al menos 30% desde que comenzó este proceso”, asegura. / Juan Manuel Contreras-24 HORAS YUCATÁN