Podremos negarlo cuanto queramos, pero seguimos consumiendo telenovelas en otros formatos.

SPOILERS DE EMILY IN PARIS DE AQUÍ EN ADELANTE

¿Estamos orgullosxs de las telenovelas mexicanas?
Es una pregunta compleja. Su fórmula es muy entretenida, pero su trama llega a ser cansada. No solo porque sus finales son repetitivos, si no los obstáculos para impedir la felicidad de lxs protagonistas también: las pruebas de embarazo falsas, los secretos y malentendidos, el empujar a alguien por un balcón o por las escaleras…

Sin embargo, el melodrama siempre existirá, queramos o no. Es una receta que fascina a lxs comensales televisivos. La más reciente prueba de ello es Emily in Paris. Sí, es una serie estadounidense sobre una mujer de Chicago que va de trabajo a París y se acaba quedando en la ciudad. Pero vamos, no nos hagamos. La “serie” es en realidad una novela de Televisa.

Quizá haya un poco más de subtramas que no estén rodeadas en la vida amorosa de nuestra protagonista, pero mucho de lo que sucede, y de lo que se habla en los episodios es sobre con quién acabará Emily.

Está Gabriel, el chef francés aferrado a su ex. Está Alfie (y ahora Marcello), quien es la opción más sana y segura pero termina siendo el plato de segunda mesa. Y está Camille, la “villana”, novia del chef, el verdadero amor de Emily. Supuestamente.

A juzgar por las 20 millones de reproducciones de la primera parte de su cuarta temporada, la premisa y sus tramas novelescas funcionan. No negaré su valor de entretenimiento. Pero si se ponen a pensarlo, hasta el comercio turístico es igual: solo que en lugar de explorar el Valle de Guadalupe o playas mexicanas, nos vamos a París o a Roma.

Sea cual sea nuestra opinión de las telenovelas, no podemos negar su impacto cultural. Solo ahora en lugar de ver un episodio al día, vemos 10 al año. Pero el libreto parece calcado. Poco sorprende en la historia de Emily, y aunque Camille nunca le dirá a Emily que es una “maldita lisiada” por meterse con Gabriel, sí fingió un embarazo para mantenerlo a su lado, y también le fue infiel.

Y ejemplos de otras novelas de Netflix no me faltarán. Élite, la “serie” de adolescentes en donde un asesinato nos revela los relatos amorosos de sus personajes, con claros héroes y villanos; Control Z, sobre secretos y hackers pero con similares personajes; etcétera.

En ese caso, creo que deberíamos de estar orgullosxs de las novelas mexicanas, y de cómo su producto ha influenciado el contenido que aún consumimos. Porque veremos Emily in Paris con escepticismo, pero la sintonizamos, ¿no?

 

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