Nadie tiene duda, Napillo ha demostrado ser bueno para dos cosas: mentir y perjudicar a los trabajadores robándoles su dinero a través de cuotas sindicales y fideicomisos.

Napoleón Gómez Urrutia, el “falso minero”, lleva más de 20 años becado. De su labor sindical no se puede contabilizar ningún logro, sólo tragedias. Como legislador, ha utilizado su posición para obtener beneficios propios y, de paso, precarizar la economía de las familias trabajadoras.

Una vez más, Napillo demuestra su naturaleza embustera con un nuevo libro en el que, como en sus anteriores panfletos, relata historias completamente alejadas de la realidad. El objetivo principal es intentar limpiar su devaluado y miserable nombre. No es sorpresa, ya que siempre ha subestimado la inteligencia de los trabajadores.

Lo novedoso sería que mostrara todas las facturas de estos libros, que revelara cuánto han costado y que demostrara que el dinero salió de su salario y no de las arcas del Sindicato, a las cuales nunca ha aportado un sólo peso.

Napillo está vinculado a numerosos escándalos relacionados con millones de pesos y dólares. Si no es por extorsiones, es por la venta de propiedades sindicales o la falta de transparencia en el uso de las cuotas, además de su inexplicable enriquecimiento. El dinero siempre está de por medio.

Dice falsamente ser minero pero vive como millonario, con infinidad de propiedades en México y en el mundo, autos de lujo, obras de arte y empresas que han aparecido de la noche a la mañana a nombre de sus hijos.

Nunca ha bajado a una mina, ninguna sección sindical fue conformada por él, más bien sólo se ha dedicado al manejo del dinero, al grado de convertir el Sindicato en su empresa familiar.

En pocos días, Napillo tendrá que entender que el dinero de los trabajadores no le pertenece ni a él ni a su familia, que el abuso que ha cometido durante años contra los mineros tiene un costo.

Miles de trabajadores esperan que el próximo 9 de octubre, la Suprema Corte de Justicia ponga fin al capítulo más descarado y grotesco que un pseudolíder sindical haya escrito en contra de su gremio: el robo de mil millones de pesos.

Por casi 20 años, Napoleón Gómez Urrutia privó a cerca de 11 mil familias mineras de Cananea de un dinero que les correspondía, argumentando que pertenecía al Sindicato y a él. Sin embargo, estamos seguros que la Suprema Corte dictaminará que este abuso fue ilegal y que el dinero deberá regresar a sus legítimos dueños: los trabajadores mineros.

Durante años, Napillo gastó millones de dólares de las cuentas del Sindicato para que prestigiosos abogados emprendieran una batalla legal contra los propios mineros, con el fin de quedarse con un dinero que no le pertenecía y que, por supuesto, no trabajó.

Por ahora, Gómez Urrutia no irá a la cárcel, ya que una vez más obtuvo protección de Morena mediante una diputación. Sin embargo, este cargo no le alcanzará porque esta vez sí o sí deberá pagar ese dinero.

¿De dónde sacará Napillo lo que se robó? ¿De los intereses que generó durante años? ¿Pensará huir del país de nuevo? ¿Jugará al millonario víctima y mártir? ¿O exigirá cuotas extraordinarias a sus sindicalizados y extorsionará a más empresas?

Sin duda, lo que se avecina será un triunfo para los trabajadores, aunque tristemente tardío para muchos que fallecieron con la esperanza de poder creer en la justicia.

 

   @CarlosPavonC