Vaya golpe de realidad la que le están dando sus propios actos a Napillo, y es que después de robar, traicionar, engañar, extorsionar y demás actos bajos que ha cometido por más de 20 años, éstos por fin lo están alcanzando.

Ya es de dominio público que la nueva administración se está deslindando de él y de la larga lista de delitos y actos de corrupción que lo acompañan, empezando por el fallo que tendrá que dar la Suprema Corte de Justicia el próximo 9 de octubre en torno a los mil millones de pesos que Napoleón Gómez Urrutia robó desde hace décadas y que todo parece indicar que los deberá devolver a sus dueños: los mineros.

La desesperación de Napillo es tal, que, por primera vez en 20 años, analiza que quizá sea conveniente hacer una gira a donde nunca ha ido y siempre ha renegado: a las minas, con el fin de tomarse algunas fotos con los trabajadores. Pero, ¿por qué haría esto a sus 80 años, si todos sabemos que no es minero, que tiene desprecio por los trabajadores y que desconoce por completo las minas?

Para quienes conocemos su cinismo y falta de ética, sabemos que si realiza esa “hazaña” es porque seguramente está pensando frente a la deuda millonaria sangrar una vez más el salario de los trabajadores mediante nuevas cuotas extraordinarias, es decir, sí es un acercamiento con la base pero para seguir viviendo de los mineros. Tan sólo hay que recordar que Napillo impuso desde hace dos décadas una de las cuotas sindicales más altas en todo el sector.

¿De dónde sacará Napillo los mil millones de pesos que les quitó a los mineros de Cananea y que deberá devolver? De su bolsillo créanme que no, ese dinero desde un principio fue dispersado a las cuentas de sus amigos, hijos y esposa y fue llevado a paraísos fiscales.

Por otra parte, no es la única situación que aqueja al seudo representante obrero, el descobijo de Morena es notorio, Napillo se ha convertido en un cero a la izquierda para su bancada, tampoco se le puede tomar muy en serio cuando se esconde para no votar las iniciativas de gran importancia para su partido, sin embargo, se visualiza que en la presente legislatura, tal cual, ni voz ni voto en las decisiones.

Por cierto, tras su paso como senador, lo que podemos decir los trabajadores, es que este bribón solo utilizó su posición para sacar beneficios personales a cambio de fastidiar a la clase trabajadora: limitó y disminuyó las utilidades, mañosamente aumentó los días de vacaciones afectando el ingreso de los trabajadores al mermar esos días el tiempo extra y demás prestaciones como el aguinaldo, redujo las pensiones por accidentes y enfermedades de trabajo e instituyó como obligatoria la cuota sindical.

Si Napillo es diputado en esta Legislatura, no fue por la voluntad o apoyo de los trabajadores, sino por Morena.

Napoleón Gómez Urrutia enfrenta un panorama que nunca pensó, así que no nos sorprendamos de que quiera presionar y amedrentar a la próxima presidenta Claudia Sheinbaum con tomas violentas de carreteras para ahorcar economías locales, enfrentamientos y estallamientos de huelgas ilegales como la que sostiene en la mina Tizapa, donde mañosamente exige a la empresa el pago del 10% de las utilidades, cuando él mismo promovió y votó para que las disminuyeran, cosa que no dice a los trabajadores.

Napillo parece olvidar que los tiempos son otros y que sus tácticas contra el Estado se hacen chiquitas frente alguien que tiene muchas cuentas pendientes con la Ley.

 

     @CarlosPavonC