En un discurso ante la Asamblea Nacional de Francia, el primer ministro Michel Barnier presentó una ambiciosa agenda para abordar el creciente déficit y la colosal deuda nacional, que describió como la “espada de Damocles” que amenaza la estabilidad del país. Barnier, quien asumió la jefatura del gobierno el 5 de septiembre, se enfrentó a un recinto legislativo fragmentado, producto de las elecciones de junio que resultaron en un parlamento sin mayoría clara.
Con un déficit público que superará el 6% del PIB, Barnier advirtió que es necesario restablecer la credibilidad de Francia ante los socios europeos y estabilizar los disparados costos de endeudamiento. Enfatizó la necesidad de aumentos fiscales “temporales y específicos” para grandes corporaciones e individuos ricos para recaudar entre 15 mil y 18 mil millones de euros, junto con recortes del gasto público destinados a reducir el déficit al 5% para 2025 y alcanzar el objetivo del 3% de la UE para 2029.
El primer ministro, más conocido internacionalmente como el negociador del Brexit por parte de la UE, también se comprometió a mejorar las medidas de seguridad pública, incluido el aumento de la presencia policial y el endurecimiento de las políticas de inmigración, en un claro guiño al partido Agrupación Nacional de la derechista Marine Le Pen.
Le Pen ha emergido como una potencial aliada o verdugo de Barnier, al establecer “líneas rojas” para darle su apoyo, incluyendo la priorización del alivio fiscal para los ciudadanos de bajos ingresos y frenar la inmigración de manera más enérgica. El discurso de Barnier fue recibido con un coro de abucheos por parte de los legisladores de la coalición de izquierda, “Francia Insumisa”, que lo acusó de no representar la voluntad popular.
En su discurso, Barnier reconoció el diverso panorama político, afirmando: “Necesitamos escuchar, necesitamos ser respetuosos y necesitamos diálogo“. Reiteró que el gasto necesitaría ser reformado para servir mejor a los ciudadanos, mientras delineó un compromiso para invertir en energía nuclear y en problemas de salud urgentes, particularmente la salud mental, ubicándola como una prioridad para 2025.
La capacidad de diálogo de Barnier será fundamental para garantizar la estabilidad de su gobierno, que se sustenta en una mezcla de centristas y conservadores. Si bien Le Pen y sus aliados no están en el gobierno, su partido sí tiene los suficientes asientos para detonar un voto de no confianza y sacar a Barnier del Hôtel de Matignon.