Parece amenaza de un maximato.

 

El tiempo lo dirá.

 

Pero varios funcionarios de nivel alto y medio, de subsecretarios a directores generales y no se diga oficiales mayores, se niegan a abandonar sus cargos.

 

¿Bajo qué argumento?

 

Muy sencillo: su nombramiento, lealtad y confianza se la deben a Andrés Manuel López Obrador, quien formalmente abandonó Palacio Nacional el 30 de septiembre.

 

A ver qué hace Claudia Sheinbaum, cuyo propósito expreso -adelantado aquí el 24 del mes pasado y confirmado por ella seis días después- es hacer cambios a más tardar en enero próximo.

 

Equipo de transición, le llamamos aquí.

 

Los cambios, anótelos usted desde hoy, se deberán básicamente a dos razones: a quienes no rindan en sus posiciones durante los primeros 90 días de su administración.

 

Y por supuesto los heredados, tolerados y cuya reticencia afecte la buena marcha de las dependencias respectivas u obstaculicen el trabajo de sus titulares.

 

BREVE TOLERANCIA

 

La información se guarda con celo.

 

Pero han trascendido algunas declaraciones y hechos simbólicos.

 

Por ejemplo, el comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM), Francisco Garduño Yáñez, permanece en el cargo y promete continuar en el nuevo sexenio.

 

Lo haría a pesar de la cauda de señalamientos por el mal manejo de las corrientes migratorias y la muerte de 40 extranjeros hacinados en un centro de retención de Ciudad Juárez.

 

Oficialmente Garduño Yáñez se encuentra bajo proceso, pero mantiene el cargo, sus percepciones, sus privilegios y presupuesto para operar e inclusive viáticos personales.

 

Cada secretario de Estado hace sus reportes y será ardua su tarea para liberar espacios y allegarse gente de mayor confianza y no enquistada como posición de partido o herencia del exmandatario.

 

Por lo investigado, Claudia Sheinbaum no tiene la intención de causar conflictos y menos darles difusión, por lo cual esperaría unas semanas -se habla de 45 días de tolerancia- a culminar negociaciones individuales o colectivas.

 

Lo lógico es encomendar esta tarea a la flamante secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, entre cuyas funciones está la buena marcha de las dependencias federales.

 

LABASTIDA OCHOA

 

1.- Pocos priistas dejan el partido sin un testamento.

 

Sí lo hará el excandidato presidencial Francisco Labastida Ochoa, quien ya distribuye su libro donde da constancia de una militancia de cinco decenios.

 

Exsecretario de Estado dos veces, exgobernador y exembajador, ubica al país al borde de la catástrofe a causa del dañino presidencialismo de antes y de ahora.

 

Hubo muy malos presidentes del PRI y en ellos enumera tres: Luis Echeverría, José López Portillo y Enrique Peña, pero a su juicio el peor de todos, “el más desastroso”, es Andrés Manuel López Obrador.

 

Y 2.- Conforme avanzan los días y escampa el cielo aparecen con mayores dimensiones los daños causados por el huracán John.

 

La atención informativa se concentró durante varios días en Acapulco, a donde viajó la presidenta Claudia Sheinbaum, pero ahora se evalúa la destrucción en otros municipios guerrerenses y oaxaqueños.

 

La sierra de Guerrero, según constató la gobernadora Evelyn Salgado, muestra severas afectaciones en infraestructura carretera, escuelas y viviendas.

 

La emergencia obliga a poner especial atención en el reparto de ayuda humanitaria, medicamentos, rehabilitación de caminos y abasto de agua potable.

 

           @urenajose1

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