Existe en el derecho un axioma muy socorrido que dice: la causa de la causa es la causa de lo causado.
El presidente López Obrador al tomar posesión en 2018, logró imponer como discurso de largo plazo la interpretación de que la inseguridad y violencia tenían como causa originaria la pobreza de mexicanos y la marginación de comunidades. Trabajó políticas sociales en ese punto, logró disminuir la pobreza e incorporó a millones de mexicanos a la actividad productiva, pero las cifras de inseguridad y violencia siguieron subiendo como la espuma.
La causa de lo causado -la pobreza como origen de la violencia delictiva- se encuentra en otro escenario: la delincuencia es una estructura criminal que creció con pocas objeciones públicas y sólo con arrestos de grandes delincuentes, pero el aparato delictivo expandió su captura de instituciones y personajes del poder.
Reiterar el tema de la causa tiene efectos positivos en la sociedad que se sabe deudora de la pobreza de 80 por ciento de los mexicanos, pero no es un buen mensaje como para convencer de que ahora sí habrá más atención a las causas, pero menos objetivos de seguridad no solo contra jefaturas de los grupos delictivos, sino contra las estructuras de poder que son las que dominan las cifras de violencia criminal.
El Gobierno federal ha ampliado mucho sus inversiones sociales en Sinaloa, Guanajuato, Michoacán, Guerrero y Chiapas -por señalar los más violentos y delictivos-, pero los resultados en cifras de inseguridad no se equiparan con el volumen del gasto gubernamental.
La Guardia Nacional fue creada y adscrita a la Secretaría de la Defensa Nacional como un mensaje gubernamental de una posible ofensiva estratégica directamente contra estructuras de los cárteles delictivos, pero parece ser que su función seguirá siendo disuasiva y no operativa.
Mientras el aparato de seguridad del Estado federal no tome la decisión de combatir a la delincuencia común, las cifras seguirán apuntalando el pesimismo social.
Zona Zero
- El tema de los cárteles criminales y la droga que se produce en México para ingresar a Estados Unidos es prioridad inocultable en el candidato Donald Trump, pero también, aunque no muy visible, en la de la candidata Kamala Harris. Sería operativamente imposible que EU pudiera penetrar fuerzas militares en México, pero el modelo de crimen organizado transnacional le da instrumentos para aumentar la presencia extraterritorial de agencias trabajando en territorio mexicano con o sin la autorización de Palacio Nacional.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
@carlosramirezh