Desde el viernes pasado estoy en shock, no puedo creer cómo se ha cometido una de las injusticias más grandes de este año y que nuestras autoridades aún no hayan levantado su voz de protesta ante esta atrocidad. Me refiero al atraco perpetrado en Estocolmo, Suecia, donde el Comité Nobel Noruego le negó (más bien le robó) el Premio Nobel de la Paz al Dr. Simi. El pueblo de México nunca olvidará esta afrenta.

Llevamos, al menos, un año escuchando con atención, y con profunda emoción, la campaña informativa, básicamente en radio, de la vida y obra de Don Víctor González y Víctor González Herrera, dueños de Farmacias Similares y dirigentes de la Fundación Grupo por un País Mejor.

El personaje que representa a estas honorables empresas y organizaciones es el mundialmente famoso Dr. Simi, un simpático personaje inspirado en don Víctor, que alegra nuestros días ya sea caracterizado como médico, astronauta, futbolista, charro y su versión más venerada: San Juditas.

Padre e hijo han sido reconocidos por las más altas autoridades eclesiásticas y morales, ya sea para don Víctor con la Orden de Caballería de San Gregorio Magno (que, dicho sea de paso, no tiene caballos) y su hijo ha sido nombrado Caballero de la Sagrada Orden Militar de San Jorge (nadie sabe si San Jorge existió o fue una leyenda). ¡Qué orgullo nacional!

Como una contribución definitiva a la paz en el mundo, el Dr. Simi e hijo, obtuvieron para México que nos visitaran las reliquias del apóstol San Judas Tadeo. El santo murió en Persia y, de repente, nadie sabe cómo, sus restos aparecieron en Roma, y un huesito del brazo es declarado por Inocencio X como reliquia oficial de San Judas Tadeo con relicario y manita bendiciendo incluidos.

Desde que la Copa del Mundo visitó varias ciudades en nuestro país, no se había visto un furor y una devoción igual y, claro, al ser San Judas el patrono de las causas difíciles, imposibles y desesperadas, millones de mexicanos en condiciones difíciles, imposibles o desesperadas salieron a ver si a falta de respuestas de nuestro Gobierno, San Judas sí les cumplía. Ya veremos.

Doña Rigoberta Menchú “firmó un acuerdo” con la fundación de los González (de forma desinteresada, por supuesto). Nadie sabe en qué nos beneficia a nosotros o a la paz, pero en reciprocidad ella postuló al Dr. Simi al Premio Nobel de la Paz, y desde hace muchos meses nos tenían con el San Judas en la boca, esperando el feliz anuncio de que este mexicano tan singular como altruista, había sido galardonado. No había noticiario en cadena nacional en el que no nos recetaran, al menos, diez anuncios que nos llenaban de esperanza y alegría por la inminente noticia.

No sucedió. El viernes nos enteramos con enorme tristeza que el Nobel de la Paz 2024 es para un grupo de japoneses (Nihon Hidankyo) que seguramente, conspiraron con Jorgen Watne (presidente del Comité Nobel) para arrebatarle al Dr. Simi su merecido galardón.

Distraídos como andábamos con los temas del 12 de octubre y las disculpas exigidas a la Corona Española, no hemos calibrado que a quién debemos exigirle una disculpa inmediata es a Carlos XVI Gustavo, rey de Suecia, por este agravio a todos los mexicanos.

Propongo que pausemos de inmediato las relaciones con Suecia y llamemos a consulta a nuestro embajador en Estocolmo y que el mentado Jorgen Watne sea declarado persona “non grata” por los siglos de los siglos.

¿Y ahora qué escucharemos en los noticiarios? Eran mucho mejores los anuncios del Dr. Simi que la información tan triste y desoladora. ¿Será que don Víctor y su hijo no se encomendaron a San Judas? Qué cosas.

 

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