El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, reafirmó su compromiso de “atacar sin piedad a Hezbolá” en todas las regiones de Líbano, en respuesta a un reciente bombardeo que dejó cuatro soldados israelíes muertos. Este ataque, perpetrado el domingo por el movimiento islamista proiraní, se considera el más letal en territorio israelí desde que se intensificaron los enfrentamientos transfronterizos entre ambos actores.
Desde el 23 de septiembre, Israel incrementó sus bombardeos en Líbano y lanzó una ofensiva terrestre una semana después. La escalada actual se produce tras un bombardeo con drones de Hezbolá contra una base de entrenamiento de la brigada Golani en Binyamina, donde más de 60 personas resultaron heridas.
Durante una visita a la base, el líder de la política israelí afirmó que sus fuerzas armadas no escatimarán esfuerzos en su lucha contra el grupo chiita, incluso si eso implica llevar a cabo ataques en Beirut.
El clima de tensión se intensificó con la declaración de Hezbolá, que informó sobre violentos enfrentamientos en Aita al Shaab, cerca de la frontera. Además, el movimiento reivindicó varios ataques, entre los que se incluye un bombardeo con cohetes en una base naval cerca de Haifa, y disparos en localidades cercanas a Tel Aviv.
La situación humanitaria en Líbano se agrava. Desde el inicio de los ataques, al menos mil 315 personas murieron, y cerca de 700 mil fueron desplazadas, según datos de Naciones Unidas. Organismos como el Comité Internacional de la Cruz Roja expresaron su preocupación por los bombardeos que alcanzaron a personal médico y equipos de rescate.
En medio de este caos, la misión de paz de la ONU en Líbano, la Finul, se convirtió en un blanco de disparos israelíes, lo que llevó a su líder, Jean-Pierre Lacroix, a afirmar que se mantendrán todas las posiciones a pesar de las presiones de Israel.
Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, calificó estos ataques de violaciones al derecho internacional e instó a proteger a las fuerzas de paz.