La trágica muerte prematura del cantante nos recuerda al dolor de perder gente en el cine y la televisión.
Hoy el mundo se puso en pausa con una noticia de otra tragedia dentro del espectáculo. La tarde de este miércoles, se reportó que Liam Payne, exintegrante de la popular banda británica One Direction, falleció a los 31 años de edad. El cantante y compositor se encontraba en un hotel de Buenos Aires, Argentina. La causa de su muerte, aparentemente, fue una caída desde el tercer piso de su habitación.
Tal horripilante suceso recuerda los vínculos gigantescos que podemos formar, no sólo con músicxs, si no con celebridades. Nos creamos una versión idealizada de ellxs con base en lo que deciden mostrar al público. En el caso de los grupos de música, cine y series, se construyen imágenes utópicas de una comunidad perfecta.
En este caso, asumimos que los integrantes de One Direction se llevaban como hermanos y a lxs fans actúan como una familia extendida. Por tanto la pérdida representa un luto no sólo de la persona, si no de la comunidad de la cual formaba parte.
Por ejemplo, cuando Carrie Fisher, la actriz y escritora conocida por su papel de Leia Organa en la trilogía original de Star Wars, murió a los 60 años en 2016, su muerte pesó por todo el mundo. Ese sueño de Han, Luke y Leia como fantasmas de la Fuerza se colapsó frente a nuestros ojos. Se le añadió sal a la herida cuando supimos que su última cinta sería la novena parte de Star Wars, The Rise of the Skywalker.
Una parte de nuestra infancia y adolescencia pereció ante la cruel realidad del mundo. Compartimos el dolor de Harrison Ford y de Mark Hamill.
También el sexteto clásico de Friends hace poco perdió a su amigo más sarcástico. El 28 de octubre de 2023, Matthew Perry, quien interpretó a Chandler Bing en la serie, murió ahogado en su tina. Quienes recordamos con cariño la amistad de Joey y Chandler, y la historia de amor entre este último y Monica, definitivamente sacamos los pañuelos. La reunión de lxs protagonistas, por tanto, jamás será como la teníamos planeada.
El arte nos ayuda a escapar. A inmortalizar a las estrellas. Pero cada que una muere, nos recuerda la fragilidad de la vida. Que nuestrxs ídolxs no son dioses. Y que, por desgracia, hay vacíos imposibles de llenar.
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