Sacerdote y luchador social, a quien, políticos ligados a la delincuencia organizada le pusieron precio a su cabeza, Marcelo Pérez Pérez se había convertido en la esperanza de sus hermanos indígenas.
Nació el 17 de enero de 1973, en el municipio indígena de San Andrés Larraínzar, en la región Altos de Chiapas y hablaba el idioma tsotsil y castellano.
Estudió primaria, secundaria, prepa y la licenciatura en teología y filosofía en el Seminario Santa María de Guadalupe, perteneciente a la Diócesis de San Cristóbal de las Casas., donde se ordenó como sacerdote en abril de 2002.
Fue sacerdote en Chenalhó, tres años después de que un grupo armado asesinó a 22 indígenas tzotziles -hombres, mujeres, niños y ancianos- de la organización Las Abejas.
Pérez Pérez también estuvo al frente de las parróquias de San Pedro Chenalhó y San Antonio de Pádua, ubicada en el municipio indígena de Simojovel, donde denunció problemas de inseguridad, asesinatos, secuestros, alcoholismo, drogadicción y prostitución.
Tras ello, el párroco Marcelo, enfrentó descréditos, amenazas de muerte, incluso, le pusieron precio a su vida por un millón de pesos, denunció.
Nada intimidó al sacerdote, quien también visibilizó el desplazamiento forzado a las montañas de más de cinco mil indígenas tzotsiles de Chalchihuitán, por un grupo armado de San Pedro Chenalhó, derivado de un conflicto agrario que data de hace 45 años.
DENUNCIÓ INCREMENTO INCONTROLABLE DE VIOLENCIA
El padre Marcelo Pérez Pérez denunció apenas el 13 de septiembre, un incremento “incontrolable” de la violencia en la zona serrana y frailesca de Chiapas y la falta de atención de las autoridades, por lo que hizo un llamado a la sociedad civil a organizarse y evitar el ingreso de grupos del crimen organizado en poblados y comunidades.
“Rezamos por los políticos para que tomen en serio los temas de la violencia, para que la paz retorne acá en Chiapas, nosotros seguimos manifestándonos, nosotros vamos a seguir movilizándonos, seguimos arriesgando nuestras vidas pero le pedimos a Dios que ellos hagan su trabajo, que ellos, de verdad, tomen en serio el defender la vida del pueblo, que no lo sometan a la esclavitud bajo el yugo de la violencia”, refirió el sacerdote en entrevista con el periodista Isaín Mandujano en septiembre pasado.
Desde 2015, el padre Marcelo era beneficiario de medidas cautelares por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), debido al riesgo constante que enfrentaba su vida e integridad personal por su labor en defensa de los derechos humanos en Simojovel y otros lugares de Chiapas.