El presidente ruso, Vladimir Putin, reunirá del 22 al 24 de octubre a una veintena de líderes extranjeros para una cumbre de aliados y socios destinada a demostrar el poder ruso y el fracaso de la política de aislamiento de Occidente por la guerra en Ucrania.
La cumbre de los BRICS, un bloque de países emergentes, se efectuará en Kazán, a orillas del Volga, con una veintena de líderes extranjeros y el secretario general de la ONU, António Guterres, informó el Kremlin, que lo destacó como “el evento diplomático más importante organizado en Rusia”.
La reunión, una burla a las sanciones occidentales impuestas a Moscú, ocurre en momentos en que Rusia gana terreno en Ucrania y forja alianzas con los mayores adversarios de Estados Unidos, como China, Irán y Corea del Norte.
El Kremlin también ha conseguido asegurar sus alianzas con países que mantienen vínculos con Occidente. Se espera la presencia del presidente chino, Xi Jinping, y el iraní Masud Pezeshkian.
Moscú cuenta también con la presencia del presidente de India, Narendra Modi, y el turco Recep Tayyip Erdogan.
El mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, canceló su viaje a Rusia tras sufrir un accidente doméstico, aunque participará por videoconferencia, informó la presidencia.
Con la presencia de Pezeshkian, en plena escalada con Israel, los participantes de la cumbre hablarán también de las guerras en Gaza y el sur de Líbano.
No obstante, Rusia quiere, al parecer, mantener cierta distancia con respecto a esos conflictos, limitándose por el momento a pedir contención a las partes involucradas.
Ese gran encuentro de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) “busca demostrar que Rusia no solo está lejos de estar aislada, sino que tiene socios y aliados”, aseguró el analista político Konstantin Kalachev, en Moscú. Para la reunión en Kazán, el Kremlin considera “crucial” demostrar que “hay una alternativa a las presiones occidentales (…) y que el mundo multipolar es una realidad”, según Kalachev.