Escudo. Las polémicas y juicios, lejos de dañar al empresario, se convirtieron en parte integral de su estrategia.
Foto: AFP | Escudo. Las polémicas y juicios, lejos de dañar al empresario, se convirtieron en parte integral de su estrategia.  

Donald Trump, el expresidente de Estados Unidos envuelto en una interminable serie de escándalos, enfrenta una tercera elección con más acusaciones que cualquier otro político en la historia reciente. Sin embargo, su influencia en la política estadounidense continúa inquebrantable, e incluso podría alcanzar nuevamente la Casa Blanca.

En días recientes, su exjefe de gabinete, John Kelly, lo calificó de “fascista” y advirtió que gobernaría como un dictador. Kelly, quien trabajó bajo su administración, mencionó que el expresidente alabó a Adolf Hitler.

Este tipo de incidentes, que en cualquier otro contexto político podrían arruinar la carrera de un candidato, apenas parecen afectar al empresario. Lo que queda claro es que, a diferencia de cualquier otro político, el magnate transformó los escándalos en su mayor escudo.

En Nueva York, fue condenado por pagar a la estrella porno Stormy Daniels para evitar que revelara su relación. Este hecho, que lo convierte en el primer expresidente en ser formalmente imputado, sólo es uno de una larga lista de juicios y acusaciones.

Entre sus mayores polémicas, destaca su negativa a aceptar los resultados de las elecciones de 2020, lo que culminó en el asalto al Capitolio. A pesar de haber sido acusado de incitar esa violencia, los efectos no dañaron su base electoral.

Es importante señalar que las polémicas del republicano no son recientes. En 1989, cuando publicó anuncios que exigían la pena de muerte para cinco adolescentes injustamente condenados, ya demostraba su disposición a polarizar a la opinión pública.

En el fondo, lo que para otros sería una ruina política, para el candidato republicano es una plataforma para su discurso. Su capacidad para sobrevivir y prosperar en medio de escándalos parece no tener precedentes. A tan solo 11 días de las elecciones, la pregunta persiste: ¿logrará el candidato emerger victorioso una vez más?