Derroche, grasa y sensualidad con Nathy Peluso en el Auditorio Nacional
Foto: Demian García | Nathy Peluso tuvo una noche de ensueño en su primer show en el Auditorio Nacional.  

La cantante argentina Nathy Peluso tuvo una noche de ensueño en su primer show en el Auditorio Nacional.

Pasadas las 19:30 horas, una vez apagadas las luces y encendidos los gritos y los altavoces, Peluso apareció en el centro del escenario con una falsa falda larga de color blanco que acompañó por unos momentos su voz casi angelical.

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Todas las piezas parecen estar dispuestas a satisfacer los deseos de Natalia sobre el escenario. Es, en una exageración permitida, un ritual feral de su persona. Sus música parece acompañar todos los movimientos improvisados de su cuerpo.

Por demás agradecida con el público mexicano, cantó, entre otras de sus canciones, “Ateo” –esa pieza que canta a dueto con el español C. Tangana–, “Mamá” –en una versión francamente fascinante–, “Escaleras de Metal” –cargada en brazos de sus bailarines– y “Buenos Aires” –quizá una de sus obras maestras–.

Apenas luego de cantar que mamá le dio un talento, parece confirmarse y confirmarnos que ese talento es su voz. Parece ser que no ocupa más para hallarse discurriendo entre la sensualidad de sus movimientos corporales, dígase los besos que lanza al aire o sus movimientos de cadera, y esos momentos de atenta reflexión a los que parece llegar tras superar el éxtasis del momento que acaba de pasar.

Finalmente, tras dar cuenta de sus registros musicales, navegando entre el rap, el jazz, la salsa y el soul, el espectáculo salvaje y radical hubo de terminar, no sin antes hacer que el público, ebrio de placer, se hiciera uno sólo con ella.

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Las luces se apagaron y la música dejó de sonar, pero algo de lo que hizo hoy Nathy Peluso se ha quedado para siempre en el Auditorio Nacional.

leo