Los ocho ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación completaron la entrega de cartas de renuncia al Senado para acatar la reforma judicial.
Los últimos en hacerlo fueron Alberto Pérez Dayán, Luis María Aguilar y Juan Luis González Alcántara Carrancá.
Con anterioridad, los ministros Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Jorge Mario Pardo, Ana Margarita Ríos, Norma Piña, Javier Laynez hicieron públicas sus cartas de renuncia.
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El ministro Luis María Aguilar Morales informó que declina su participación en la elección del próximo año y comunicó que dejará su cargo el próximo 30 de noviembre, cuando termina su periodo de 15 años, por lo que será el único que no se quede en la Corte hasta el 31 de agosto de 2025.
“Presento a esta soberanía mi formal renuncia al cargo de ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la inteligencia de que habré de entregar el cargo el 30 de noviembre de 2024, término en el cual culmina el plazo al que fui designado por la honorable Cámara de Senadores”.
Los oficios de renuncia fueron dirigidos a la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores y en algunos casos fueron dirigidos directo al presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña.
El ministro Alberto Pérez Dayán se limitó a informar que “para todos los efectos constitucionales y legales a los que haya lugar presento a esta soberanía mi formal renuncia al cargo de ministro de la Suprema Corte, tal como lo indica el artículo séptimo transitorio segundo párrafo de la reforma constitucional”.
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Por su parte, el ministro Juan Luis Alcántara, quien el próximo martes presentará al Pleno de la SCJN un proyecto para anular de manera parcial la reforma judicial, aseveró que aceptó el cargo al que fue nominado por el presidente Andrés Manuel López Obrador porque “confiaba en un sistema de instituciones, de frenos y contrapesos, que, en manos de hombres y mujeres prudentes y sensatos, privilegiarían por siempre el diálogo y el compromiso (…) respetarían la dignidad de las minorías, que procederían con prudencia y respeto”.
Aseveró que se equivocó al pensar que prevalecería la “razón sincera y libre por encima del clamor de las pasiones y mi error, como el de muchos, nunca me permitió imaginar un escenario como el actual”.
CSAS