Ante la llegada de los fieles difuntos a millones de hogares del mundo, los habitantes se prepararon para celebrar el Día de Muertos. Con ofrendas o visitas al panteón los familiares recibirán la visita de sus muertos a este plano terrenal, con flores, velas, bebidas y platillos favoritos de sus seres queridos fallecidos.
En Campeche, la tradición es peculiar. En el pueblo maya de Pomuch, hombres y mujeres exhuman los restos de sus muertos previo a la celebración, para la tradicional “Limpia de los Santos Restos”, como una forma de honrar a sus antepasados y recordarlos con alegría y comunidad, dan mantenimiento a cráneos y demás huesos de sus seres queridos.
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Este ritual, que en maya se conoce como Choo Ba’ak, se celebra en Pomuch desde hace al menos 150 años, según Hernesto Pool, promotor local de esta tradición.
Familias enteras degustan y conviven en estos días en que se realiza la limpieza de osamentas, como si fuera un día de fiesta.
JANITZIO YA LISTO
En la región del Lago de Pátzcuaro, en Michoacán, las comunidades indígenas purépechas reciben hoy a miles de turistas para su tradicional Noche de Muertos, que permitirá disfrutar al máximo del encuentro con los que ya no están.
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Autoridades de Turismo michoacanas informaron que este año, el lago de Pátzcuaro está renovado y lleno para ofrecer a los visitantes nacionales y extranjeros la mejor celebración del año.
Según los nativos, la Noche de Ánimas en Janitzio se originó a partir de una leyenda purépecha sobre un amor que se vio interrumpido por la llegada de los españoles.
La historia cuenta que Mintzita e Itzihuapa eran dos príncipes purépechas que se amaron, pero su relación se vio truncada cuando Nuño de Guzmán, líder de la Conquista, apresó al padre de ella.
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Para liberarlo, la joven ofreció a los españoles el tesoro de su pueblo, que se encontraba en el lago de Pátzcuaro.
Itzihuapa se sumergió en el agua para recuperar su riqueza y rescatar a su amada, pero fue arrastrado hasta las profundidades por 20 sombras misteriosas: las almas de los antiguos remeros indígenas que protegían el sitio.
Itzihuapa se convirtió en el vigésimo primer guardián del tesoro.