Motivos y razones hay de sobra para que el Senado (léase Morena) desista en su intentona de ratificar a Rosario Piedra Ibarra para un segundo periodo al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). El mes pasado, en este mismo espacio, expliqué el enorme daño que le ha causado esta señora a una institución cuya creación, en 1990, obedeció a un único fin: Proteger a los llamados ciudadanos de a pie de los abusos que cometen las distintas instancias de gobierno, cosas que ella nunca hizo.

Piedra Ibarra jamás actuó en favor de aquellos a quienes se les violaron sus derechos humanos porque ella no tiene la más mínima noción en este tema. Transformó la CNDH en una oficialía de partes de Palacio Nacional y nada más. Por lo tanto, cinco años de mamar de la teta presupuestal deberían de ser suficientes para ella.

Ahora bien, ¿qué debiéramos esperar de la aplanadora morenista en torno a la designación de quien será la próxima ombudsperson después de que el propio Javier Corral, presidente de la Comisión de Justicia de la Cámara Alta, expuso que Piedra Ibarra ni siquiera estaba dentro de los cinco mejores perfiles evaluados por el Senado? El sentido común, que a veces resulta ser el menos común de todos los sentidos, aconseja que deben dejarla fuera, pero ya sabemos cómo se las gastan las furiosas hordas cuatroteístas cuando se aferran a algo…

Rosario no sólo es incapaz, incompetente e indolente para ocupar un puesto tan sensible como lo es la presidencia de la CNDH, también es una mujer tramposa: Este miércoles por la noche se dio a conocer que presentó ante el Senado un documento falso con la supuesta firma del obispo emérito de Saltillo, Coahuila, Raúl Vera, como parte de las cartas de respaldo para que registrara su candidatura para reelegirse al frente de la CNDH. Fue el propio Vera quien denunció la falsedad de dicha carta de recomendación. Así que como dijera el propio López Obrador: ¡Imagínense!

Es hora de echar mano de un perfil más idóneo y con probidad en la materia, lo que debería apuntar a la jalisciense Paulina Hernández Diz, una joven mujer comprometida y capacitada en el tema de la defensa de los derechos humanos. Tiene currículum, tiene preparación, pero sobre todo no tiene sobre sus espaldas el estigma de la politización, lo que la convierte en la candidata más apta: Es licenciada en Derecho por la Universidad del Valle de México y maestra en Derecho Constitucional por la Universidad de Guadalajara, cuenta con diferentes diplomados y cursos especializados relacionados con Derechos Humanos, políticas públicas, perspectiva de género.

Sin embargo, como no es morenista, la mayoría guinda en el Senado acabará decantándose por Nashieli Ramírez Hernández, presidenta de la Comisión de los Derechos Humanos de la Ciudad de México, quien para fines prácticos, tiene las mismas hechuras que Rosario Piedra, además de que tampoco tiene especialidad en DDHH y milita en Morena. ¡Qué lástima!

 

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