Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, nombró a Tom Homan como su nuevo “zar de la frontera”, lo que marca un regreso a las políticas migratorias de línea dura. Homan, exdirector interino de ICE durante la primera administración del magnate, tendrá la misión de liderar “la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos“, según palabras del propio mandatario.
En un mensaje en Truth Social, el presidente electo destacó la experiencia de Homan y su compromiso con el control fronterizo. “Tom es el mejor para vigilar nuestras fronteras. Estará a cargo de todas las deportaciones de inmigrantes ilegales“, afirmó. La nueva administración planea implementar estas políticas desde enero de 2025.
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Homan delineó las prioridades en una reciente entrevista con Fox News, donde aseguró que la estrategia se centrará inicialmente en la expulsión de individuos con antecedentes criminales graves. “Será un proceso humano, pero necesario”.
Su intención es sellar la frontera y reforzar las áreas marítimas y de aviación, además de la frontera norte. El líder republicano y Homan buscan superar las barreras burocráticas que frenaron acciones de esta magnitud en el pasado.
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El equipo del magnate inmobiliario no se detiene en Homan. Lee Zeldin, excongresista republicano, fue nombrado como próximo jefe de la Agencia de Protección Ambiental (EPA). Zeldin se enfocará en desregular políticas ambientales establecidas durante la administración de Joe Biden, lo que refuerza el enfoque “Estados Unidos primero”.
Asimismo, Elise Stefanik, congresista republicana y defensora del presidente electo, asumirá el puesto de embajadora ante la ONU. Stefanik es conocida por su respaldo a Israel.
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La designación de Homan y las promesas del empresario neoyorquino generaron preocupación en sectores liberales y organismos de derechos humanos. Las posibles deportaciones plantean desafíos humanitarios y diplomáticos, especialmente para países de América Latina, que deberán prepararse para recibir a los deportados.
Por su parte, Trump planea evitar las confirmaciones en el Senado mediante nombramientos en receso, una medida que podría aumentar la tensión política en Washington.