La declaración del miércoles del embajador estadounidense, Ken Salazar, tuvo una mala lectura estratégica en el sector político mexicano: el mensaje prioritario no fue del diplomático, sino un ajuste de cuentas a los malos tratos de López Obrador a Biden y un aviso de cómo está preparando Donald Trump la relación con México.

Estrategas en relaciones diplomáticas estuvieron señalando a lo largo del último sexenio el error político del presidente López Obrador de aplicar de manera unilateral un enfoque de desdén hacia el poder de la Casa Blanca y la figura deteriorada y sin autoridad política del presidente Biden, pero sin construir nuevas formas de redefinición de los tratados bilaterales.

En Palacio Nacional hoy ya percibieron que vienen meses de tensión y conflicto con la Casa Blanca de Trump y pudieran estar cayendo en una especie de garlito que adelantó ya el candidato triunfador Trump en su conversación telefónica con la presidenta Sheinbaum al enviarle saludos cordiales a su amigou López Obrador.

Y los mal pensados pudieran tener razón en el corto plazo si es que Trump decide jugar con las reglas del viejo régimen priista mexicano y tratar de entenderse con el expresidente y no con la Presidenta en función.

Pero lo más grave se está percibiendo en la configuración del equipo de inteligencia, seguridad nacional y bloque militar con personas marcadamente antiinmigrantes y sobre todo anti México.

En la mañana del miércoles, la presidenta Sheinbaum declaró que México se estaba preparando para el choque con EU, pero la parte más importante estará en las presiones autoritarias e imperiales de la Casa Blanca con figuras ajenas a la diplomacia y vinculadas al modelo de gran garrote que está reconstruyendo Trump con su gabinete de combate y no de administración política.

 

Zona Zero

  • La victoria de Morena al imponer la reelección de Rosario Piedra Ibarra se percibe como pírrica porque fue tal el debate sobre su desprestigio que los próximos años convertirán a la CNDH en un aparato sin autoridad moral y sin capacidad de defensa de las garantías constitucionales de los ciudadanos frente a los abusos del poder público. En los hechos, la reelección de Piedra Ibarra puede ser leída como modelo de disolución simbólica del organismo supuestamente encargado de la defensa de los derechos humanos.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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