El triunfo electoral republicano no sólo marcó el regreso del magnate a la presidencia de Estados Unidos, sino que también desató un inesperado fenómeno cultural: el b. Esta peculiar celebración, inspirada en los movimientos que el republicano realiza en sus mítines, ganó terreno rápidamente, especialmente entre los atletas en diversos deportes.
El curioso baile encontró eco en los estadios y canchas de Estados Unidos. En la NFL, figuras como Brock Bowers de los Raiders, Calvin Ridley de los Titans, y Za’Darius Smith de los Lions, utilizaron el baile como forma de celebrar anotaciones. En el fútbol americano colegial, los jugadores también se unieron a la tendencia, que trascendió para llegar a eventos de artes marciales mixtas, como la UFC 309, donde Jon Jones celebró su victoria con el baile, en presencia del propio presidente electo.
Incluso en el fútbol, Christian Pulisic, estrella de la selección de Estados Unidos y del Milan, celebró su gol durante un partido de la Liga de Naciones de la Concacaf imitando los peculiares movimientos. Por su parte, la golfista Charley Hull llevó el “Trump Dance” al campo durante una competencia del Tour de la LPGA, mientras que algunos futbolistas en Inglaterra ya replicaron la coreografía tras marcar goles.
Aunque la figura del empresario neoyorquino polariza opiniones, los deportistas insisten en que el baile no busca transmitir un mensaje ideológico. “No es un baile político, sólo lo hice por diversión”, aseguró Pulisic después de su partido. Una postura similar adoptaron otros deportistas como Bowers, quien destacó que “sólo parecía algo divertido de hacer”.
Este fenómeno resalta cómo el ámbito político se entrelaza con el deportivo, para crear un espacio donde las líneas entre la política, el entretenimiento y el deporte se difuminan. Aunque en su primera presidencia Trump no logró un impacto cultural tan marcado, esta segunda etapa parece abrir una “nueva era MAGA”.