Estos prototipos se llevan a cabo con apoyo de la fundación Gonzalo Río Arronte, y una inversión de 130 mil pesos para su construcción.
Foto: Especial | Estos prototipos se llevan a cabo con apoyo de la fundación Gonzalo Río Arronte, y una inversión de 130 mil pesos para su construcción.  

La asociación Centinelas del Agua diseña prototipos para el tratamiento de las aguas residuales en comunidades rurales y son catalogados como tratamientos ecológicos, debido a que son amigables con el ambiente, explicó Alejandro López Tamayo, director general de la asociación. 

Entre dichos proyectos destacan los humedales artificiales. El primero que realizaron fue en La Casita del Agua en el poblado de Solferino, en el municipio de Lázaro Cárdenas, Quintana Roo, “un centro demostrativo de tecnologías apropiadas en materia de agua”, indicó el activista.

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De acuerdo con el Sistema de Monitoreo de Manglares de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), que registra hasta 2020, en el estado se han perdido más de 82 mil 300 hectáreas de manglar. 

“Al comprobar que tiene un efecto de un 80 a 90 por ciento de tratamiento lo replicamos a otras comunidades, recién acabamos de construir el primer humedal en Nuevo Durango, otra comunidad de la localidad, para evitar que las aguas negras se vayan de forma directa hacia el manto freático”, detalló.

Agregó que estos prototipos se llevan a cabo con apoyo de la fundación Gonzalo Río Arronte, y una inversión de 130 mil pesos para su construcción.

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El proyecto de humedales seguirá ahora su causa en la comunidad de Punta Laguna o Campamento Hidalgo, dentro del municipio de Solidaridad y busca mejorar las condiciones sanitarias y de salud en la región. 

Con la construcción de 90 baños secos en ambas comunidades y el diseño de nuevas instalaciones en las escuelas con sistemas de agua a acarreo, se tiene un impacto directo en el derecho humano al saneamiento.

El también activista López Tamayo destacó que esta iniciativa es fundamental para proteger la salud de las personas, especialmente de los niños, pues anteriormente las aguas negras se vertían sin tratamiento en las cuevas y cenotes, lo que representaba un grave riesgo para la salud pública. 

El objetivo es reducir enfermedades gastrointestinales y crear una alternativa ecológica y sostenible para el tratamiento de aguas residuales en estas comunidades.