Canadá intensificó su seguridad fronteriza y ajustó su enfoque sobre inmigración, lo que marca un cambio significativo en las políticas del Gobierno liberal del primer ministro Justin Trudeau. Estas acciones surgen en el contexto de las recientes reuniones entre Trudeau y Donald Trump, quien expresó su intención de imponer aranceles y reforzar medidas contra el tráfico de drogas e inmigración.
Aunque diversos actores de la administración canadiense subrayaron evitar comparaciones entre las fronteras mexicana y canadiense, el ministro de Seguridad Pública, Dominic LeBlanc, anunció medidas “visibles y enérgicas” para reforzar la seguridad fronteriza, destacando la cooperación vigente con EU.
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En su diálogo con el presidente electo Donald Trump y el candidato a secretario de Comercio, Howard Lutnick, LeBlanc hizo hincapié en los esfuerzos de Canadá por frenar el contrabando de armas procedentes de territorio estadounidense.
Entre las estrategias previstas se encuentran la adquisición de drones, helicópteros policiales y una redistribución de personal, medidas que implican una inversión adicional de cientos de millones de dólares.
En el ámbito migratorio, el Gobierno de Trudeau adoptó una postura más estricta. Una campaña publicitaria global, con un presupuesto de casi 180 mil dólares estadounidenses, busca desalentar las solicitudes de asilo, al subrayar los complejos requisitos para calificar. Los anuncios incluyen mensajes como: “Solicitar asilo en Canadá no es fácil”.
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El endurecimiento de las políticas refleja un giro en el enfoque de Trudeau, quien en 2017 defendía a los refugiados con su famoso tuit: “A quienes huyen de la persecución, el terror y la guerra, los canadienses les darán la bienvenida”.
Ahora, frente a un descontento popular sobre la inmigración y una caída en las encuestas, el Gobierno anunció reducciones en la admisión de inmigrantes permanentes y temporales, con la esperanza de que residentes temporales abandonen el país cuando expiren sus visados.