Tras ser declarada ganadora del Premio de Literatura de Sor Juana Inés de la Cruz 2024 hace unas semanas, la noche del pasado 04 de diciembre la escritora argentina Gabriel Cabezón Cámara recibió dicho galardón en el auditorio Juan Rulfo de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
Fue por Las niñas del naranjel, su más reciente novela, que la autora nacida en San Isidro, Argentina, en 1968, fue reconocida con este laurel que se otorga a las voces femeninas más destacadas de las letras hispanas desde 1993.
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La directora Marisol Schulz Manaut, directora general de la FIL Guadalajara, expresó:
“Me llena de alegría que este año el galardón haya recaído en una escritora a quien admiro profundamente: Gabriela Cabezón Cámara, por su novela Las niñas del naranjel”.
Añadió, además, que se trata de una novela que juega hábilmente con la polifonía, fluida, andrógina, que navega entre el español y el guaraní con una facilidad apoteósica. Finalmente, destacó que la novela logra envolver al lector “en una atmósfera cautivadora, un mundo que es tan real como onírico”.
Por su parte, la novelista mexicana Ana García Bergua, apuntó, merced de una relectura de una semblanza escrita en Anfibia, que:
“Gabriela Cabezón Cámara combina una cultura apabullante con una actitud rocker. Sabe muchísimo de literatura griega y, tras hablar brevemente de su trayectoria, concluye: ‘Sus peinados cambian a menudo y sus tendencias provocan suspiros dentro y fuera del ambiente cultural'”.
Sobre la novela, destacó:
“es una obra tierna y dura, como señala Samanta Schweblin en la contraportada, luminosa y extraordinaria. La virtuosa libertad con la que Gabriela juega con el lenguaje en su obra es, a mi juicio, un espejo de las libertades que defiende apasionadamente: una forma de vivir en libertad”.
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Finalmente, con ese estilo tan característico de ella, vestida de negro y con ese peinado jubiloso, Gabriela Cabezón Cámara señaló, entre otras cosas:
“Como lo complicado, el aire, como la materia, el fuego, como su centro, las peñas, como su fin, los intentos, y como el agua de la vertiente, como las nubes al viento, como esas aves tan bellas como tantas otras que hicieron mi lengua. Lo explica, aquí estoy diciendo, gracias a sor Juana, por supuesto… A los pueblos que defienden de ese vampiro voraz, que es el capital. A los bosques, los humedales, las selvas, a los árboles, las montañas, a los otros animales, a los ríos que hacen cauces sobre el barro, en el cielo y debajo de las raíces. Gracias a los pueblos amerindios que tenemos agua y aire todavía, y en esa lucha se juegan las vidas, y muchas veces se las quitan. Gracias a la literatura, ese tejido de todo lo que respira haciéndose historias, juego y música, que concibe lo inconcebible, otros mundos, otros tejidos, otras maneras de estar”.
EAM