Uno de los negocios más redituables que existe en México es dedicarse a la política. Si logras deshacerte de los inútiles y estorbosos idealismos, muy seguramente podrás dedicarte mucho tiempo a esta actividad y vivir a todo mecate. Y si en una de esas se te ocurre llevar tu emprendimiento un escalón más arriba fundando y regenteando un partido político, ¡pues ya la hiciste! Y si no me creen, pregúntenle al veracruzano Dante Delgado Rannauro, quien pasó 27 años de su vida, de 1968 a 1995, aprendiendo el ABC de la polaca en las aulas priistas hasta que, cansado de ser ninguneado por los tricolores, en 1995 renunció al PRI para fundar su propia empresa. ¡Perdón!… su propio partido político. Y así fue como en 1999 nació Convergencia, que en 2011 se convirtió en Movimiento Ciudadano (MC), el (dizque) famoso movimiento naranja.
O sea que, haciendo cuentas, días más-días menos, el buen Dante ya tiene un cuarto de siglo que no tiene que tronarse los dedos cada que llega el fin de quincena, pues su negocio… ¡perdón!, su partido político, marcha sobre ruedas.
Esta breve semblanza tiene una justificación: pues ayer jueves, los paladines de la llamada “nueva política” eligieron, según ellos “por unanimidad”, a su nuevo CEO, quien resultó ser (sí, ¡adivinaron!) nada más y nada menos que el hijo putativo de Dante Delgado, el zacatecano Jorge Álvarez Máynez. Sí, el mismo que creyó que con sonrisitas, bailecitos, borracheras en estadios de fútbol y un par de tenis de color naranja podía ganar la presidencia de la República el pasado 2 de junio.
Para llegar a esta designación, los naranjas simularon un proceso abierto, democrático y con candidatos “de unidad” (sí, ¡cómo no!), cosa que según ellos los otros partidos políticos no se atreven a hacer. Porque lo cierto es que los nombramientos de ayer (el de Máynez no fue el único) fueron decisión de un sólo hombre: Dante Delgado.
El veracruzano pone, quita, mueve y palomea a su antojo y sin injerencia de nadie más todo cuanto sucede en la estructura y el organigrama de su partido. Igualito a como ocurre con los partidos de lo que ellos llaman “la vieja política”.
Pero tampoco hay que darle mucha importancia al asunto, porque la realidad es que a MC todavía le siguen faltando 100 gramos para el kilo. No tienen liderazgos, tampoco cuadros de peso específico y sus avances en la arena política mexicana apenas son perceptibles. Sí, son Gobierno en dos entidades sumamente importantes (Jalisco y Nuevo León), pero fuera de eso prácticamente no existen.
¿Cuáles son los retos inmediatos para Álvarez Máynez en su misión como dirigente nacional de MC? El primero seguramente tiene que ver con la credibilidad, tanto la suya como la del movimiento naranja, porque mucha gente está convencida de que sólo son unos esquiroles del partido oficialista. Y, el segundo, debe ir encaminado a convertirse en una verdadera alternativa política, porque en 25 años de existencia no han aportado prácticamente nada a la vida democrática del país.
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