Rosario Piedra Ibarra, presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
Foto: Cuartoscuro | Rosario Piedra Ibarra, presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).  

Rosario Piedra Ibarra, presumió que en su primer periodo al frente de la CNDH, “erradicó” la simulación del instituto y resolvió más de 80 por ciento de las quejas.

Lo anterior, en un mensaje leído durante la inauguración del festival Haz Más Paz; en su discurso, Piedra Ibarra dijo que:

“En mi primera gestión de 2019-2024 pudimos resolver el 83% de las quejas interpuestas ante la CNDH (…) Desde el principio de esta gestión, nos propusimos erradicar la simulación”.

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Por lo cual, continúo, se lograron prevenir las violaciones a derechos humanos y se dejó atrás la visión gerencial del modelo neoliberal que volvió “los derechos humanos prebendas”.

En su participación desde la Universidad Rosario Castellanos, la funcionaria federal también presumió que bajo su dirección, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) se volvió una “defensoría” y como parte de ello, ha impulsado acciones para crear una “verdadera cultura” de los derechos humanos.

Una de esas labores es el acompañamiento a la reforma judicial, a través de capacitación a los futuros juzgadores; esa y otras actividades, dijo:

“Son parte de un proceso que vamos a continuar en 2025 (…) ¿Qué sigue? El reto ahora es crear indicadores de progresividad de los derechos humanos, para comenzar a construir una corresponsabilidad y rendición de cuentas en la prevención, promoción y defensa de los derechos humanos”.

El 13 de noviembre, pese a que Piedra Ibarra no fue de las mejores evaluadas durante el proceso de selección, el Senado la reeligió para el periodo 2024-2029 al frente de la Comisión.

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Desde que hizo patente su intención de continuar al frente del organismo, Rosario Ibarra fue cuestionada por organizaciones de derechos humanos y hasta por los propios aspirantes a relevarla; el común denominador fue su inercia durante el primer periodo.

Ante ello, la reelecta presidenta acusó una “guerra sucia” en su contra, por parte de interés neoliberales y de derecha.