WASHINGTON. El ex secretario ejecutivo de la CIDH, Emilio Álvarez Icaza, considera que México “es el nuevo Venezuela” como “amenaza” para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con quien ha tenido varios desencuentros en los últimos años.
“Pareciera que México es el nuevo Venezuela en términos de aproximación a la Comisión. No encuentro mucha diferencia en la sustancia, (…) la posición sustantiva es la misma que la de Venezuela”, dijo tras dejar el lunes el liderazgo de la Comisión.
Álvarez Icaza terminó su mandato de cuatro años con un duro choque entre el gobierno mexicano y la CIDH, a raíz de las denuncias del ente sobre la “crisis interna de derechos humanos” y las críticas de su grupo de expertos a la investigación oficial del caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en 2014.
En entrevista a EFE en Washington, apuntó que “cuando llegué (2012), México era un gran aliado de la Comisión. Ahora empieza a jugar un rol de amenaza. Creería que no solo ha cambiado con la Comisión, sino también con otros organismos de derechos humanos”, apunta.
“También -prosigue- ha tenido desencuentros con relatores de la ONU, con Amnistía Internacional, con Human Rights Watch (HRW). México ha decidido cambiar cómo procesa a nivel internacional su crisis interna de derechos humanos”.
Postura del nuevo embajador lleva a comparaciones
México tiene desde mayo un nuevo embajador, Luis Alfonso De Alba, en la Organización de Estados Americanos (OEA), de la que la CIDH es órgano autónomo, que ya ha presentado sus ideas de reforma de la Comisión y la propuesta de trasladar su sede de Washington a San José (Costa Rica), donde está la CorteIDH.
“(Luis Alfonso) De Alba es muy capaz, sus cartas credenciales son muy altas, pero la narrativa y la visión que trae lo están constituyendo en una amenaza para la Comisión. El enfoque que trae es el que tenía Venezuela hace algunos años”, sostiene Álvarez Icaza.
La diferencia está “en el tono” porque De Alba, con una amplia experiencia diplomática que incluye las Naciones Unidas, “es muy equilibrado, no descalifica y es muy fino en sus términos”.
Álvarez Icaza considera que “Venezuela ya no es tan agresiva” con la Comisión “porque pesa la ausencia del fallecido presidente Hugo Chávez y porque la crisis del país es mucho peor ahora”.
La relación entre México y la Comisión “cambió completamente” cuando a principios de 2014 “se debatió incluirlo en el capítulo IV” del informe anual, en el que se señala a los países con una situación de derechos humanos más preocupante.
“Dimos la alternativa de hacer una visita al país en lugar de eso, como se hizo con Colombia. Pero no les gustó nada el diagnóstico”, recuerda.
Después llegó el caso Ayotzinapa, los 43 estudiantes desaparecidos en el estado de Guerrero (sur) en 2014, que elevó la tensión entre México y la Comisión.
Este año, México decidió no renovar el mandato del grupo de expertos independientes de la CIDH en el caso, después de que señalaran fallos graves en la investigación oficial.