Difícil establecer si se trata de lo más bajo que Donald Trump ha caído desde que persigue la Presidencia, porque, sobra decirlo, su capacidad para sublimarse en los discursos del oportunismo y el odio son descomunales; en todo caso, tendrá que esmerarse (y lo hará) para volver a tocar un fondo tan grotesco.
Horas después de que la estrella de la NBA, Dwyane Wade, diera a conocer que su prima había sido asesinada mientras paseaba con su bebé en Chicago, el magnate no sólo atrajo el tema hacia la conveniencia de ser votado, sino que lo hizo con un enunciado burlesco por tan simplista: “Justo lo que he estado diciendo. Los afroamericanos votarán por Trump”.
Bajo esa coyuntura y con una polarización que ha durado meses, el mariscal de campo de San Francisco, Colin Kaepernick, se negó a ponerse de pie durante el himno estadunidense; poco después, dejaba clara su postura: “No me levantaré para mostrarme orgulloso ante la bandera de un país que oprime a la gente negra y a las personas de color”.
Los afroamericanos constituyen apenas 12% de la población estadunidense, pero representan 77% de los jugadores de la NBA y 65% de la NFL. Es justo en estas dos Ligas donde buena parte de los habitantes de los guetos negros hallan el marco para desarrollarse y trascender una barrera a la cual parecen predestinados (sí, como el “afavelado” en Brasil o el descendiente de inmigrantes norafricanos en la banlieue parisina limitan sus anhelos, ya no al estudio en el que dejaron de creer, ya no a una oportunidad laboral que dudan llegará, sino a destacar pateando un balón). Y es justo desde estas Ligas donde brota esta nueva etapa de criticismo.
El tema es tan antiguo como la imagen de John Carlos y Tommy Smith protestando durante la premiación de los Olímpicos de 1968 o, incluso, como Muhammad Ali lanzando proclamas más o menos a tono con las de Kaepernick: “Ustedes son mis opositores cuando quiero libertad. Ustedes son mis opositores cuando quiero justicia. Ustedes son mis opositores cuando quiero igualdad. ¿Quieren que vaya a un sitio a pelear por ustedes? Ustedes ni siquiera se levantarían por mí aquí en Estados Unidos”.
La realidad es que la sociedad estadunidense tiene un severo problema de segregación; que eso canaliza de la peor de las formas con la brutalidad policial y el marco legal que permite la proliferación de armas de fuego; que existe un gran hartazgo en buena parte de sus minorías; y que algunos deportistas de élite, aun cobrando los millones que cobran y viviendo tan cómodos, tienen todo el derecho de alzar la voz por quienes ni remotamente serán tan afortunados.
Lo hizo Serena Williams, lo hizo Carmelo Anthony, lo hizo Beyoncé en pleno concierto del Super Bowl anterior y lo harán cada vez más, porque ya ha dejado de ser tabú para su generación.
Cada quien tiene derecho a opinar como guste, pero para mí lo de Kaepernick no contradice su patriotismo…, tal como en otra época, quien quemó banderas estadunidenses fue elevado al paso del tiempo a categoría de combatiente por un país mejor.
Ya respecto a Trump, lo que se explique quedará corto frente a la evidencia por él mismo publicada: lo lamentable y lo irrisorio otra vez redefinidos por su verborrea.