Hace un año, cuando el presidente Enrique Peña Nieto hizo algunos cambios en su gabinete, los observadores políticos objetivos e imparciales reflexionaron sobre tan importante asunto diciendo: importa saber –si es que eso es posible– cuáles son las expectativas o las esperanzas que tenía el primer mandatario en la capacidad de los funcionarios nombrados para cumplir las tareas que piensa encomendarles. Y preguntaban:

 

–¿Qué espera Enrique Peña Nieto de José Antonio Meade? (quien pasó de la Secretaría de Relaciones Exteriores a la Sedesol). ¿Que utilice la plataforma de lanzamiento de la Secretaría de Desarrollo Social para construir su candidatura presidencial y se convierta en nuevo delfín? ¿Que mantenga el uso y abuso electorero de los multimillonarios recursos de la Sedesol para contribuir a la causa electoral en 2016?

 

A un año de distancia, los mismos observadores afirman que Meade demostró en la Sedesol de qué está hecho.

 

–¿Qué espera de Claudia Ruiz Massieu? (quien pasó de la Secretaría de Turismo a la Cancillería). ¿Que contrate al Mago Chen-Kai para que le explique los malabarismos y la magia que hay que poner en juego para ejercer el sofisticado arte de la diplomacia desde la Secretaría de Relaciones Exteriores? ¿Que convierta a la Cancillería en una agencia internacional concentrada en los convenios comerciales y turísticos?

 

Un año después, la “seño Claus” ha demostrado que lo suyo, lo suyo no es la diplomacia.

 

–¿Qué espera Peña Nieto de Aurelio Nuño Mayer en la Secretaría de Educación Pública? ¿Que logre meter en cintura a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, cosa que no pudieron lograr las Secretarías de Gobernación y de Educación Pública? ¿Que utilice el cargo para meterse de lleno a la carrera sucesoria 2018, y se ponga por delante de los secretarios de Gobernación, de Hacienda y, ahora también, de Desarrollo Social?

 

¡Los resultados están a la vista!

 

–¿Qué espera de Rosario Robles Berlanga al frente de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano? ¿Que se encargue, simplemente, de cubrir una parte de la cuota de género en el gabinete? ¿Que comprenda que la próxima estación en el desafortunado viaje que emprendió en el gabinete de la mano del Presidente será –más temprano que tarde– el cálido refugio de su hogar? ¿Que ayude a configurar el mapa electoral del territorio nacional –particularmente del Distrito Federal– para convertir a la Sedatu en una agencia promotora del voto en favor del PRI?

 

Los misóginos afirman que “Chayito” tiene “otras cualidades”, como escribir cartas de amor, por ejemplo. Y para decir sandeces.

 

–¿Qué espera de José Calzada Rovirosa como titular de la Sagarpa? (Este caso es igual o peor que el de la titular de la Sedatu: ninguno de esos dos funcionarios tiene una trayectoria triunfadora, ni han acreditado conocimientos, y mucho menos experiencia en lo que ya es su actual materia de trabajo).

 

La única aportación de Calzada en un año al frente de la Sagarpa es haber inaugurado la “demagogia reloaded”, dicen los “agroyuppies”.

 

–¿Qué espera de Enrique de la Madrid Cordero como titular en la Secretaría de Turismo? La mejor respuesta hasta ahora es que ni el Presidente ni los ciudadanos esperamos del joven De la Madrid, nada, nadita de nada.

 

Hoy, la mejor respuesta sigue siendo la misma.

 

Vamos a ver cuáles son los cambios, ajustes, enroques en el gabinete –si los hay–para hacer las mismas preguntas.

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