Los diputados del PRI no se la acababan. Con un ojo al gato y el otro al garabato, pasaban la mañana preguntándose unos a otros: ¿para qué invitaron a Donald Trump?
 
Sabían que se habían metido en un berenjenal. Miraban las redes sociales y constataban: “Le están tupiendo a (Enrique) Peña Nieto como nunca”.
 
César Camacho atendía a Luis Videgaray y a Ildefonso Guajardo. Se recetaba el discurso reloaded de la defensa del presupuesto y acompañaba la salida del secretario de Hacienda por la puerta trasera del salón para evitar a los periodistas.
 
La bancada tricolor seguía en lo suyo. Inquietos, ¡inquietísimos!, los legisladores con la “inesperada” visita del candidato republicano. Porque así nos lo confiaban: ninguno de ellos sabía que el Presidente había invitado a Trump.
 
Todos se enteraron antenoche por el tuit del propio candidato republicano.
 
Se les salían los ojos.
 
Priistas experimentados se preguntaban: “¿Quién aconseja al Presidente?”.
 
La mañana entera se la pasaron “reporteando”. A unos informaban que la invitación se había cursado apenas el viernes pasado para los dos candidatos presidenciales –Trump y Hillary Clinton–, pero que no imaginaron que el republicano iba a aceptar venir a México. Mucho menos tan pronto.
 
Es más, desde la misma Secretaría de Relaciones Exteriores salía la versión de que estaban enojadísimos porque inicialmente el equipo del candidato les dijo que no venían, y al final resultó que sí.
 
Lo peor del caso es que se enteraron que vendría a México este miércoles por el tuit que subió Trump (cuatro minutos antes que el de la Presidencia). Y para rematar, cuando hablaron a Presidencia para preguntar qué pasaba, ni el teléfono les contestaron.
 
Bueno, pues en eso andaban metidos de cabeza los diputados del PRI durante su plenaria. Pero lo genial ocurrió poco después, cuando tocó el turno de exponer a Luis M. Estrada, especialista en campañas políticas, para hablar ¡sobre la elección en Estados Unidos!
 
¿Y qué creen? Ninguno de los diputados se atrevió a preguntarle sobre aquello de lo que todos murmuraban: si había sido –o no– un error invitar a Trump.
 
Claro que la respuesta la tendrían unas horas después cuando, en los despachos de las agencias internacionales –desde Washington hasta Montevideo–, se escandalizaban ante la imagen en la que se veía a Peña Nieto hablando al lado de Trump, en un nivel de Presidente a Presidente.
 
Porque eso es lo que reflejaba la imagen: convirtió a Trump en Presidente.
 
Osorio les cambió el ánimo.- Paloma Villaseñor, emocionada, presentaba al secretario de Gobernación ante la bancada:
 
–¡Él sabe ganar elecciones!–,subrayaba la diputada. Los legisladores aplaudían con ganas y gritaban como si se tratara de un rockstar.
 
Miguel Osorio Chong sonrió: “Pasamos por días complejos –inició–, pero aquí estamos, siempre dando la cara, nunca escondiéndonos…”.
 
Comenzaba a ponerse sabroso aquello, pero qué creen: una vocecita nos invitó amablemente a abandonar el salón. La presentación de Osorio –a diferencia de todos los que le precedieron– sería privada. Así que ya no atestiguamos lo que ocurrió con nuestro ensarapado secretario de Gobernación.
 
Gemas: obsequio del jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, sobre la visita de Trump: “No puedo darle la bienvenida a quien ha atacado a México”.

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