Si de casualidad ustedes se encuentran con funcionarios de la Secretaría de Hacienda o con diputados o senadores que sean responsables de analizar, durante las próximas semanas, el paquete económico, no les hablen de petróleo y del acuerdo que acaban de firmar los árabes y rusos.

 

Si sale el asunto en la conversación, cambien el tema. Hablen de futbol o del homenaje a Juan Gabriel, pero, por favor, que no se les vaya a meter en la cabeza la idea de que ahora sí se van a disparar los precios del petróleo.

 

Sabemos, porque así lo adelantaron desde la Secretaría de Hacienda, que el Gobierno federal habrá de presentar esta semana una propuesta económica con un precio promedio esperado para la mezcla mexicana, el próximo año, de 42 dólares por barril.

 

De hecho, entre el uso del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios y las coberturas petroleras, garantizaron 250 millones de barriles de crudo para el próximo año en esos 42 dólares.

 

Entonces, en ese afán esperado de prudencia y corrección, lo deseable es que no se estime más de la cuenta el rubro de ingresos petroleros para que se pueda emprender con menos turbulencia el difícil proceso de ajuste que viene.

 

Es sabido que hay habitualmente una práctica del Congreso que eleva un poco las estimaciones oficiales del precio del petróleo, y que con esos recursos conseguidos en el papel financian en los presupuestos los temas que son de interés para los partidos políticos.

 

Desafortunadamente esta práctica tan imprudente ha contribuido, en años recientes, a que no se logren los objetivos presupuestales. Y estos desequilibrios se han cubierto con el viejo estilo priista de endeudar más al país.

 

Por eso ahora que sabemos que Arabia Saudita y Rusia lograron un acuerdo para estabilizar la producción de petróleo, sí es posible esperar una mejora en los pisos de los precios; tampoco hay que confiarse en la exuberancia de los costos que vimos en las horas recientes al anuncio del pacto.

 

Este entendimiento se da entre dos de los más importantes productores de energéticos del mundo, pero tampoco están todos. Llegarán de la mano Arabia Saudita y Rusia a la siguiente reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) buscando consensos para su acuerdo.

 

Y si bien Rusia no pertenece a la OPEP, al final del día va junto con el más influyente integrante del cartel a plantear algo que conviene, sin duda, a todos los demás. Pero siempre estará ahí Irán dispuesto a sacar la mejor parte de una mejora en el precio con una elevación de su producción. Puede estropear lo acordado.

 

Por eso es conveniente que ahora que estamos en las horas clave del paquete económico mexicano no se aceleren, sobre todo los legisladores, con buscar aumentar las estimaciones del petróleo porque se volverían a equivocar.

 

Es mejor que sean conservadores. Por eso si los ve, cámbieles el tema, por favor.