El ex secretario de Hacienda, Luis Videgaray, no podrá quejarse que hace cuatro años en este espacio le advertimos –basados en el análisis prospectivo, no en adivinanzas– cuál sería su futuro político.
Decíamos en septiembre de 2012: si su ubicación en el gabinete peñista confirma que Luis Videgaray Caso será delfín presidencial para el lejano sexenio 2018-2024, estaríamos en presencia de lo que podría llegar a ser una versión corregida y aumentada de los fallidos delfinatos de Santiago Creel, impulsado por Vicente Fox, y de Ernesto Cordero, apoyado por Felipe Calderón.
En el caso de que Enrique Peña Nieto quiera colocar en la primera línea de la próxima sucesión presidencial a su actual coordinador general para la transición gubernamental, será necesario que antes lo someta a una “operación crecimiento”, para que escale peldaños políticos y administrativos de importancia.
Videgaray comenzó su militancia en el Partido Revolucionario Institucional en 1987 (a los 19 años). Entre 1992 y 1994, todavía en su primera juventud, fue asesor del secretario de Hacienda y Crédito Público, Pedro Aspe Armella, en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. En 1996, durante el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León, se desempeñó como asesor del secretario de Energía Jesús Reyes Heroles Jr. Fungió como secretario de Finanzas, Planeación y Administración del gobernador Enrique Peña Nieto, de 2005 a 2009, y luego ocupó una diputación federal y la presidencia de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública en la LXI Legislatura del Congreso de la Unión. En marzo de 2011 solicitó licencia en la diputación para coordinar la campaña electoral del gobernador mexiquense Eruviel Ávila Villegas, y posteriormente coordinó la campaña de Enrique Peña Nieto.
El 4 de septiembre de 2012, Luis Videgaray Caso recibió de su jefe el nombramiento como coordinador general para la Transición Gubernamental, y posteriormente el de secretario de Hacienda. Así, se convirtió en la mano derecha del Presidente y fue investido con el incómodo ropaje de delfín tempranero, prematuro, precoz, lo que sin duda estorbará su desempeño. Así que... (hasta aquí lo publicado en aquella ocasión).
El 7 de septiembre pasado, cuatro años después de aquella premonición, Enrique Peña Nieto se vio en la penosa necesidad de “darle cuello” a su secretario de Hacienda, con lo que se escribió la versión corregida y aumentada de los fallidos delfinatos de Santiago Creel, impulsado por Vicente Fox, y de Ernesto Cordero, apoyado por Felipe Calderón. Hay que reconocer que estos dos delfincitos no le llegaban ni a las rodillas a Videgaray. Sin embargo, éste no supo construir su candidatura presidencial desde la Secretaría de Hacienda; nunca tuvo una estrategia política para ese fin. No leyó El arte de la guerra, de Sun Tzu. Dicen sus detractores que le ganaron su arrogancia, prepotencia y otras cositas.
AGENDA PREVIA
Con la renuncia de Luis Videgaray, varios funcionarios que directa o indirectamente nombró en algunas instituciones, quedaron “en la tablita”, entre ellos, el director en jefe de Aserca (Apoyos y Servicios a la Comercialización), Alejandro Vázquez Salido, a quien le encargó, entre otros asuntos, “tapar el hoyo negro” de siete mil 500 millones de pesos que dejó en ese organismo Baltazar Hinojosa, a quien Videgaray impuso como candidato a gobernador de Tamaulipas, y perdió. Otro que está en la “tablita” es Abraham Zamora, director del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras).