A las 3:30 horas del viernes 30 de septiembre pobladores de Culiacán, Sinaloa, se despertaron por los disparos que anunciaban el ataque de casi 40 minutos con granadas y armas de alto poder a un convoy de militar, que dejó cinco soldados fallecidos y diez heridos.
En su relato, algunos testigos detallaron al periódico Noroeste que el grupo de presuntos sicarios “se reía y se burlaba” de los soldados, y agrega que “les decían que chingaran a su madre, muy feo, como que lo gozaban”.
Sobre el tiempo que tardó en llegar el auxilio a los soldados refirieron que”las sirenas tardaron mucho en llegar después de que se dejaron de escuchar los balazos, yo creo que llegaron como a las cinco”.
Por la mañana acudieron decenas de peritos y efectivos de otras fuerzas de seguridad: “Ahorita para qué, ve todo el desmadre de policías, patrullas y Ejército, pero en la noche ni un cabrón hubo para hacerles el paro a los vatos”, contó un albañil.
El convoy militar regresaba de un operativo en Badiraguato, donde lograron asegurar a una persona identificada como Óscar Ortiz Vega, aunque medios locales señalan que se trató de Aureliano Guzmán Loera, razón por la que grupos del Cártel de Sinaloa organizaron una emboscada en Culiacán para su rescate.
Sobre el ataque al convoy militar, autoridades señalaron como presuntos responsables a los hijos de “El Chapo” Guzmán, mientras que medios locales atribuyen la agresión a una célula de Damaso López “El Mini Lic”, aunque ambos pertenecen al Cártel de Sinaloa.
La zona de Badiraguato ha sido escenario de enfrentamientos entre el grupo de Alfredo Beltrán “El Mochomito”, hijo de Alfredo Beltrán Leyva, y los de la familia de Joaquín “El Chapo” Guzmán.