En marzo de este año, mi querido Lalo Salazar me despertó una noche cuando estaba a punto de entrar en el estado del descanso ganado por el sacrificio del día. El entusiasmo de Lalo es contagioso. No terminaba de despertarme cuando me preguntó si quería formar parte de la familia 24 HORAS.

 

Inmediatamente le dije que sí. Salazar, además de ser un gran amigo, se trata de uno de los profesionales más acreditados en el periodismo mexicano con una trayectoria muy dilatada. Hemos trabajado juntos en España, México, Irak y Afganistán.

 

Días más tarde conocí a Antonio Torrado, presidente de 24 HORAS. Comimos en Madrid con nuestras respectivas mujeres, y menciono a nuestras esposas porque en el caso de Toño, Lalo y en el mío propio aplica la jaculatoria que reza: “Detrás de un gran hombre, hay una gran mujer”.

 

Fue un descubrimiento. En un restaurante de Madrid conocí en la familia Torrado un ejemplo a seguir. Dos personas que destilan humanidad, una pareja que abre sus brazos de par en par para arrogarnos a todos.

 

Y entonces, comenzamos con una aventura que dura ya siete meses de la que me siento profundamente orgulloso y que me encuentro como en mi casa, arropado por grandes compañeros periodistas.

 

Tengo el privilegio de formar parte de ésta, mi casa, 24 HORAS. Ahora se cumplen cinco años, un lustro, pero toda una vida teniendo en cuenta que hoy, los medios de comunicación aparecen y desaparecen con la misma facilidad que los espíritus errantes, como las estrellas fugaces.

 

Porque son cinco años con su impronta particular; como un libro regado de fonemas que juntamos todos los días buscando una coherencia periodística para intentar ser los mejores; porque nos lo merecemos y porque todos los que trabajamos en 24 HORAS, que ahora cumple un lustro de vida, intentamos hacerlo mejor cada día. De una manera lustrada e ilustrada; a base de esfuerzo y tenacidad, bajo la batuta de Toño Torrado y la confianza que deposita en todos y cada uno de sus periodistas.

 

Dicen que la buena noticia no vende. No estoy de acuerdo. Es el mayor motivo de júbilo, del abrevadero del alma.

 

Por eso me siento más cerca de mis compañeros, empezando por Antonio Torrado y Lalo Salazar. Me siento orgulloso de todos y cada uno de los que conformamos esa casa que tiene un título en su puerta llamado 24 HORAS.