El décimo mes del año tiene la mala fama de ser uno de los peores para el comportamiento de los mercados bursátiles. Quizá porque queda aquel mal recuerdo de octubre de 1987, cuando se dio aquel famoso crack.

 

Pero en este año, independientemente de lo que podamos ver en las bolsas, hay una mecha corta encendida que explota en poco más de un mes. Las elecciones de Estados Unidos tienen la atención y la tensión mundial como pocas veces.

 

Evidentemente que el país más poderoso del mundo jala las miradas, pero la candidatura de Donald Trump y su posibilidad real de ganar la Presidencia concentra algunos de los peores temores del planeta entero.

 

Y evidentemente que este mes de octubre, el último de las campañas, es la posibilidad final de influir en los electores de cualquier forma.

 

Por lo pronto, ahí están los estados fiscales del millonario en los que queda claro que ha sido un experto en evadir impuestos. Aunque si lo piensa bien, ¡qué mejor que poner a un experto en evasión para combatir a los evasores!

 

La bomba lanzada por The New York Times es parte de lo que veremos durante todo este mes: hechos escandalosos, golpes bajos, revelaciones, en fin. Estamos en la antesala de los últimos intentos para influir en un electorado escasamente informado en su mayoría.

 

Podemos esperar tan pronto como mañana una nueva revelación desde la estructura de Wikileaks, que muchos republicanos se encargan de adelantar como una bomba nuclear en contra de Hillary Clinton.

 

Está claro que ninguno de los dos bandos se va a tocar el corazón a estas alturas de las campañas, que además están tan cerradas.

 

Así es que debemos esperar éstos y otros proyectiles que buscan impactar en la línea de flotación de los dos candidatos, lo que tiene consecuencias más allá de los propios protagonistas. Cada sobresalto en las campañas es un terremoto en los mercados.

 

Pero también este mes de octubre es el que coincide con alguna resolución en torno al Deutsche Bank. Esta institución que cuesta hoy apenas 10% del valor que tenía en 2008 es una amenaza sistémica para la banca alemana y europea.

 

Porque a pesar de la minimización del riesgo que hacen desde dentro del banco, lo cierto es que si se genera una corrida en contra de este banco, sin que exista claridad de un posible respaldo del Gobierno de Alemania, podríamos estar en la antesala de una enorme crisis.

 

Internamente, en este mes se tiene que resolver en el Congreso la ley de ingresos que determine cuántos recursos tendrá disponibles la Cámara de Diputados para decidir el presupuesto de egresos. Y está claro que cualquier irresponsabilidad en los ingresos o en los gastos por parte de los legisladores tendrá también una factura sin filtros sobre los mercados y la economía en general.

 

Hay, pues, razones suficientes para atrincherarse o al menos ser muy precavidos con las decisiones financieras durante este mes del año, que pinta con tantas amenazas.